VECUETA. Número 1 . octubre 1993. 1369-381 i 369

Espacio y políticas

constructivas de carreteras en

Canarias (siglo XIX y

comienzos del XX)

JosE ÁNGEL HLKNÁNDEZ LUIS*

Profesor de Geografía Humana.

Universidad de Las Palinas de Gran Canaria

loséÁ11ge1H ~rnándezL uis

1 ntroducción

En este pequeño artículo pretendemos dar

a conocer, de manera muy superficial, el rol

que lugaron las vías de comunicación terrestres

cn Canarias como agentes articuladores

del espacio a finales de la pasada centuria y

comienzos de la actual, o como apoyo y soporte

de otra.; infrae5triictiiraq con e1 mismo

fin: los embarcaderos.

Así pues, la construcción de las carreteras

responde a una previa planificación. legislada

por el Estado, y que sin duda, en principio, estuvo

guiada por una desigual distribución espacial

de los recursos humanos y econórnicos,

Fenómeno que se vio potenciado más aún

por la construcción de las primeras carreteras,

y que a nuestro modo de ver se ha traducido

en una grave secuela histórica.

Dinámica espacial y red de comunicaciones

intrainsular en la etapa eprecarrete-

1 QJY

La «etapa precarreteras) se caracterizó por desarrollar

un sistema de transporte técnicamente

primitivo. esto es, los caminos vecinales y los

embarcaderos, siendo causa además del estancamiento

socioeconómico dcl tcrritorio, y por

ende, del desarrollo de la actividad agraria: técnicas

agrícolas atrasadas, rclacioncs de producción

nrecapitalistas etc Ciiando la red de carreteras

cobra utilidad en el espacio, se proyecta

un nuevo concepto de «modernidad», al dinarnizar

y asegurar la salida de los excedentes

agrarios, e incluso unas nuevas relaciones sociales

de producción, caracterizadas por la generalización

del sistema agrario de exportación

y por un contacto más estrecho entre propietario

y campesino, pues la carretera facilita -al

menos entre comarcas adyacentes-, los desplazamientos

de los absentistas a sus tierras.

No obstante, la red vial también propicia la expansión

del consumo, así como las leyes de

acumulación capitalistas, no sólo en la activiÚdU

agraria, sino también en orros campos, por

muy incipientes que éstos hallan sido.

Así pues. la escasa interconexión intrainsular

con anterioridad a la construcción de las primeras

carreteras se llevó a cabo a través de los

embarcaderos y caminos vecinales. El rol que

ambos jugaron fue dispar -aunque complementario-,

pues el gran peso específico del

comercio intercomarcal se efectuó a través de

Inq ~rnharrariwnsF n ~ fwt ne,l prntagnnismo

de los puertos se mantuvo incluso con posterioridad

al progrcsivo avancc dc la rcd viaria

que comenzará a perfilarse en todas las islas a

partir de la segunda mitad del siglo XIX, a excepción

de las islas de La Gomera y El Hierro

que será más tardíamente Así pues, la red viaria

según PULIDOM ANES,n funcionará tan sólo

como apovo, como auxiliar de la red fundamental

que es la marítima, uniendo los núcleos

de población entre sí, y lo que es más

impnrtante. con sus respectivos puertos. valorando

el territorio que atraviesa»'

En efecto, si el gran peso dinamizador de

1- :- :.L 1 , - 11. 7 - .

Id E C U I I U l l l l d IIILCLLULllcilCdl IU IICVcilULI I r l b pqueñas

calas. los enlaces de carácter intracomarcaí,

esto es, los terrestres, fueron protagonizados

con exclusividad por la red de caminos

vecinales. Así pues, dentro de la

complementariedad camino-puerto, el tráfico

en aquellos caminos que conectaban con los

embarcaderos debió soportar un notable incrprnento

ciiandn PI vnliimen prodiictivo era

mayor, es decir, como consecuencia del auge

de un monocultivo.

El <camino» en el siglo XIX era pues, la arteria

básica sobre la que se asentaba el modo

de producción capitalista destinado a la exportación,

el embarcadero su salida natural;

ambos conformarán un todo coherente, aunque

eso sí, con un trasfondo basado en unas

determinadas estructuras agrarias y unas relaciones

sociales de producción que por su

complejidad y extensión, además de las diversidades

entre islas, derivadas tanto del modo

de la Conquista (financiación senorial o Real)

como de la aridez o accidentabiiidad del rerreno

que ha podido favorecer unas determiEsudcio

y. .p olílicas constructivas de carreteras en Canarias ¡siglo XIX y comienzos del XX) 37 1

nadas estructuras, no entramos a evaluar por

exceder ampliamente las dimensiones de este

artículo

Los factores endógenos que incidieron en

que el trdnsporte terrestre rio se redlizdce entre

comarcas de la misma Isla por dicha vía los

podríanios resurnir eri dos:

I .- Estado natural de los caminos íelevada

pendiente, rasantes inadecuadas, escaso

ancho etc.).

2.- Estado administrativo (grado de coriservacióni.

Los factores exógenos son atribuiblcs a

las inclemencias meteorológicas que dificultaban

el tránsito de los viandantes y mcrcancías.

aunque directamente también contribuían

a la degradación del camino. Todos estos

factores condicionaron al alza el coste del

transporte por el interior, de tal manera que el

acceso intercomarcal por mar llegó a contar

con un tiempo de transporte -y sobre todo

con un coste economico-, inferior al de ia vía

terrestre'.

A su vez. la pequena capacidad de transporte

de las caballerías y las dificultades añadidas

que éstas encontraban en los caminos,

fue otro de los principales factores que conduio

a que este transporte estuviese en las Islas

supeditado al marítimo. En efecto, RINGIIOsr.

~ G cYxp onc u n Cuadro bastante significati

vo, fruto de sus indagaciones en los archivos,

donde nos muestra la capacidad de carga de

la tracción de sangre en el siglo XL'III, y que

por el atraso que Canarias sufrio con respecto

a la Península en la construcción de las carrcteras

podemos perfectamente extrapolar al

siglo XIX canario. (véase Citadvo 11.

El escaso transporte interior en las Islas

hasta la construcción de las primeras carreteras

debió llevarse a cabo con animales de

monta, los cuales se compatibilizaban con las

labores agrícolas. En efecto, aunque el ancho

de los caminos, su estado y sus pendientes,

redujeron considerablemente la capacidad de

carga, el transporte interior debió ser una actividad

secundaria de aquellos agricultores que

contaban con algún animal susceptible de

una carga mínimamente rentable en función

de la distancia temporal empleada. En cualquier

caso. la escasa capacidad de carga difícilmente

pudo rentabilizar los desplazamientos,

siquiera aquellos interinunicipales

contiguos, sólo justificables por el factor

<mísero» de los agricultores, los cuales hacian

uso de su tiempo libre en cualquier actividad

ajeria a la Lrddicioriai

Por su parte, otro hecho que indudablemcntc

influyó en la dinámica interactiva intrainsular,

fue el mal estado de los caminos.

Éste pudo deberse al hecho comparativo de

que en el territorio peninsiilar, al menos desde

el siglo XVI, se llevó a cabo el establecimiento

de un sistema de «postas», consistente en un

conjunto de caballerías localizadas en los caminos

principales y a distancias convenientes,

para que los correos y los viajeros que las

usaban puciieran cambiar de montura y seguir

viaje, sin tener que detenerse para el descanso

de las caballerías fatigadas. tn Canarias

este sistema de transporte nunca llegó a instaurarse

por la senrilla ra76n de que la pequeña

extensión superficial de las Islas hacían

prácticamente imposible el establecimiento

de una distancia mínima prudencial -desde

e! p"nto de ,",jStY nCGnómiCe-, para E)! re!nio;

e indudablemente porque su naturaleza física

(mucho más accidentada que en la Península)

y el escaso ancho de sus caminos, hacían peligrar

el tránsito de las caballerías, no así el de

los mulos y asnos quc sicmpre se adaptaron

mejor al tránsito por terrenos accidentados.

El sistema dc «postas» y la conservación y

construcci6n de caminos en la Penínsiila estuvo

desde un principio relacionado con el

transporte del correo. Así lo reconoce la aordcnanza

Ccneral de Correos y Postas, Caminos

y posad as^ promulgada en 1794 balo el

reinado de Carlos IV3. En ésta, se transferían

los ingresos de los portazgos a la conservdción

de los caminos, además de relacionarse

- Carreteras construidas en 19 12

Carreteras propuesas en 19 14

De cualquier manera, la situación de las

comunicaciones terrestres había cambiado

sustancialmente en 13s postrimerías del

pasado siglo, pues aunque los enlaces maritirrios

interconidrcales se vieron potenciados

a raíz de la creación de la aCompañia

de Vapores lnterinsulares Canarios> en

1888, lns enlaces entre aquellas cnmarcas

advacentes que contaban con carretera redujo

la importancia de los embarcaderos,

rno así para ayuellvs giarides desplazamientos

de mercancías entre las comarcas

más o menos aleladas y las Capitales insulares

desde donde por lo general partían

los productos agrícolas hacia el mercado

extranjero

Legislación de carreteras y su aplicación

en Canarias (1 860- 19 14)

El desarrollo constructivo de las carreteras

en Canarias es producto de la evolución endógena

de cada una de las Islas, y de las sucesivas

políticas de construcción a nivel estatal.

En esta articulación surge un modelo

de red vial a través de la Historia con unas

determinadas caracteristicas, las cuales sin

duda han facilitado los desequilibrios espaciales

Nuesti-o análisis en este ai-tículo intenta

explicar y ordenar las políticas constructivas,

a la vez que su incidencia en la organización

del espacio desde el %Plan

General de Carreteras» de 1560 hasta el

«Plan Ugarte» de 19 14

losi Angel Heruiández Luis

Las primeras disposiciones legales en materia

de carreteras en el Estado español se

asientan en el Plan de 1761. No obstante, la

primera carretera del Estado ya había sido

con5triiida en la provincia r i S~an tander entre

1749 y 1 7537 También significó un importantisimo

avance -para la construcción de las

obras públicas de carreteras-, la ci-eacióii del

«Cuerpo de Ingenieros)) en 1799, y la ulterior

fundación de la «Escuela de Ingenieros de Canales

y Caminos» en 1802. De cualquier manera,

las vicisitude5 hdicas y políticas del país

entre comienzos del XIX y la década de los

treinta de dicha centuria retrajo considerablemente

la aparición de nuevos Planes de carretcras.

Así pues, ALZOLcAit a como primer Plan de

Carreteras el del ario 1840, aunque sólo estuviese

constituido por unas determinadas reglas

para la formación de un futuro Plan GeneralY.

Dicho Plan incluía las carreteras de circunvalación

por el norte en las Islas de Gran

Canaria y Tenerife, siendo reforzado posteriormente

por el Plan carretero de 1860. Es por

tanto, a partir de mediados del siglo XIX cuando

podemos decir que el gran impulso dado a

las obras públicas de carreteras en el Estado

español -y por cxtensión en Car.arias-, ha

comenzado

E1 ridn Genera; ae Larrereras de i8óO recogía

un esquema muy embrionario de la planificación

de la red del Archipiélago, excepto

de la Isla del Hierro que aún tendría que esperar

hasta el «Plan Ugarte)) de 1914 para que se

tuviese en consideración la construcción de

las primeras vías en dicha Isla. En efecto, este

Plan incluye el enlace de las Capitales insulares

con los principales núcleos productores y

demográficos, e incluso la circunvalación de la

isla de Tenerife. además del enlace -a traves

de La Caldera de Pedro Gil-, de Güímar y La

Orotava. Es en 'lenerife precisamente donde la

red planificada es mayor, y además con un

grado de diversificación también elevado,

pues aparte de la carretera comentada a través

de la Dorsal de La Espcranza, el Plan preveía

enlaces con origen y destino no capitalinos,

como es el caso de Tacororite-Tdgariaria o

La Laguna-Valle Guerra (por Tegueste).

Fn las restantes islas, todas las carreteras

planificadas eran de tipo radial, pues todas

partian desde la Capital. sin que en ningún caso

se llegase a teiiei ein cuciita la circuiivdldción

insular. Así pues, en Gran Canaria, la carretera

del sur se dividió en tres tramos entre

la Capital y Juan Grande. De ellos, los dos primeros

(Las Palmas-Puerto de La Luz y Las

Palmas-Telde). fueron clasificados como de

«segundo orden», aunque bien es verdad que

el Plan de 1877 disminuiría la categoría de la

carretera entre Las Palmas y Telde en favor de

la del norte que unía la Capital con la Villa de

Agaete, y que ahora en el Plan de 1860, había

sido considerada como de «tercer ordena. La

otra carretera propuesta era la que partiendo

de la Capital alcanzaba San Nicolás dc Tolcntino

por Tafira

En La Palma, la planificación viaria era semejante

a Gran Canaria, pues las dos carreteras

propuestas partían desde la Capital hasta

Tazacorte [por ~uencalientely desde ésta hasta

Los Sauces.

En Lanzarote, Fuerteventura y La Gomera,

sólo se proponía la construcción de una carrerera

entre la Capital y los municipios del

sur, esto es, hasta Yaiza, Tuineje y Alajeró respectivamente

El «Plan General de Carreteras de cuatro

de mavo de 1877 (aprobado el 11 de julio del

mismo ano1 recoge la red propiiesta en el año

60, si bien con ciertas modificaciones debidas

a la adaptación de algunos estudios a las características

técnicas y económicas del período,

tal y como vemos en la Figura 1 En cualquier

caso, la red propuesta reatirma la relación

existente entre centro productor y

exportador, además de ser un síntoma primigenio

de la ordenación del territorio, no solamente

a escala insular donde también las políticas

constructivas van a primar el enlace con

Espacio y políticas constructivas de carreteras en Canarias (siglo XIX y comienzos del XXI 375

aquellos núcleos donde el volunieri dernógráfico

y económico era mayor, sino también a

escala interinsular, pues la 1-ed en las islas ceritrales

va a ser mucho más densa que en las

restantes, incluso suprimiendo algunas carreteras

propuestas en 1860 como era el caso de

la única de La Gomera que se pretendía que

enlazase la Capital con Alalero. No obstante,

en 1877 sc proyectan en Lanzarote y Fuerteventura

nuevas carreteras, esto es, desde las

capilales irisuldres hasta Haría y La Oliva respectivamente.

Por su parte, el Plan General de 1877 recoge

yd id expdiisiUii riu rciciidi de la red en ids

islas de Gran Canaria y La Palma, entrando a

ser consideradas algunas de estas carreteras

como resultado del avance en la construcción

de las principales -las de circunvalación sobrc

todo-. Así pues, varias de estas vías ya no

partirán desde la Capital, como es el caso de

Arucas-fuente mineral de Azuaje (por Firgas), y

.A ..~b<~..I"I .~." I .-'.'-T.. ~ ~ S3P~n~ qT!!~nOf i,c t G!tjma ~s rptor a

no será recibida provisionalmente hasta la

víspera de la Guerra Civil, si bien su construcción

se vio dificultada enormemente por el

período inflacionista de la I Guerra Muridial y

la ausencia de una «Junta Administrativa de

Obras Públicas» en Canarias hastd 1927, pard

entre otros factores, agilizar las rescisiones de

las contratas desca~italizadasa nte el alza de

los salarios y materiales.

Entre 1877 y 191 1, año en el que la Ley de

Carreteras reduce drásticamente el numero

de vías y longitud dc las que reafirma como

necesarias ante la proliferación de peticiones

de nuevas carrcreras en el Parlamento, sc acsarrolla,

como decimos, una etapa conocida

por los ingenieros como la de las qcarreterds

parlamentarias». En efecto los parlamentarios

de la Restauración, se amparan en el ambigüo

punto del Plan de 1877 por el cual las carreteras

de «tercer orden» sobre todo. tenían derecho

a ser consideradas por el csimple interés

dc lec, pucb!as u u n i r > Y , p.;cs, tan scic

años después de la promulgación del Plan de

1877, es decir, en 1883, las Cortes quedaron

autorizadas, sin previo examen técnico y económico

por parte del Ministeiio de Foriieintu, a

incluir nuevas carreteras en el Plan mediante

leyes especiales O.

Los diputados a Corte por Canarias también

hicieron uso de las citadas leyes, pues en

1 Y 1 1 ya habían solicitado un total de setenta y

dos nuevas carreteras (véase Cuadro 11).

La mayor parte de estas carreteras tardaron

en construirse entre cincuenta y ochenta

años, y con fondos provenientes de otros organismos

ajenos a Obras Públicas como por

elenipio de ios Cdbiidos insuiares, de las Diputaciones

provinciales y de los Organismos

protectores -o en su caso explotadores-. de

los recursos Forestales. Otras simplemente no

se construyeron ante la existencia de alternativas

al proyecto inicial, o por agotamiento natural

o humano de un espacio, por tanto sin

interés de enlace con el resto de la red insular,

l n LrL iL LnL - v t n o c q ~ r ley de iCintjp,~pvre

junio de 19 1 1 {precursora en cierta medida del

«Plan Gasseb de 1914). suprime radicalmente,

como dijimos más arriba, la proliferación de

carreleras susceptibles de coristrucción, pues

la imposibilidad de llevar a cabo tal elevado

número de vías en tan corto espacio de tiernpo

quedaba fuera de la lógica de los presuwestos

del Estado

La ley, también suscrita por el Ministro

Gasset, suprime el apartado del «Plan de carreteras

» de 1877, sobre carreteras necesarias

y las que después sc Ic añadieron por otro

destinado a la construcción de sólo siete mil

kiiomctros cn tocio ei Estado. Los iimites impuestos

fueron muchísimo más realistas en

cuanto a las posibilidades constructivas de al

menos la década en curso y la siguiente No

obstante, la aplicación de la ley en Canarias

tardó en llevarse a efecto varias décadas, pues

como dijimos, los años inflacionistas de la I

Guerra Mundial y la Guerra Civil por otro, re-

+,ncn,,, ,,,, :A,*.,L.l"m,,+, -1 *;+-, A,

L l U J U l " , , L " I I J L U C i I L I V I L I I I L , LLL L 1 L l L l l l " UL

obras.

378 IoséÁngeI 1 lernández Luis

- Carreteras 2O orden

Carreteras ordcn

-. . . . . . Carreteras construidas en 1865

a[isio-, atrae a ür, gi-aii poi-ie,-,taje de id publación

Así pues, el peso demográfico, que como dijimos

más arriba, es un reflejo dcl Medio natural

y de las actividades económicas y relaciones

sociales de producción fundamentalmente, fue

el principal factor justificativo entre los ingenieros

del siglo XIX para «desordenar> aún más el

territorio, pucs cl desequilibrio espacial derivado

de esta política se ha mantenido sobre todo

en las islas centrales hasta que se trasvasa el

agua para la agricultura desde el barlovento, y

más aún cuando los espacios costeros potencian

una nueva actividad: la turística, cn cualquier

caso, desde los años 60 en Gran Canaria y

desde los 70 en Tenerife.

De esid I I I ~ I ~e~i íI ji~dí,l de i660 poiericid

la red de carreteras por el norte, en detrimento

de la del sur, excepto en el tramo de Las Palmas

de Gran Canaria a Telde que tenía una categoría

superior a la del resto de la Isla. A su

vez, la planificación a escala del Archipiélago,

resulta fuertemente desequilibrada, pues

mientras en la Isla de El Hierro no se proyecta

ninguna carretera, en las Islas centrales se trazan

varios proyectos, casi todos ellos desde la

Capital, esto es, con una morfología radial. La

excepcion es 'lenerife, donde se planifican tres

proyectos entre dos núcleos demográficos como

mínimo, por los cuales -al menos por uno

de ellos-, ya ha atravesado la carretera. En

definitiva, si la planificación potencia el espa380

~ o s é h g dHe vnárzdez Luis

lares Canarios>, como punto de apoyo a esta

primigenia organización comarcal. En 19 1 1

esta Cía obtuvo la renovación de la concesión

mediante concurso, siendo en la Isla de

Teiierife -por su ceiilraliddd y rrierior dilerencia

socioeconómica entre las comarcas

sur y norte en comparación con Gran Canaria-,

donde con mayor claridad se observa la

complementariedad entre la red viaria y marítima,

pues hasta allí donde aún no habían

llegado las carreteras desde la Capital, no

existía escala de vapor, caso de Santa Cruz

de Tenerik a Abona, r?,ier,t:as que a partir dc

este último puerto, hasta Guía de lsora inclusives,

se contabilizaban en la línea comercial

seis escalas regulares" En el norte de la Isla

-espacio demográfico y económico mucho

más potenciado que el del sur-, las escalas

eran tan sólo de tres, a pesar de los factores

mencionados y de contar además con una

disnersión esnacial de la nohlación -y iin

rodeo en millas-, equivalente a grandes rasgos

con el del sotavento.

De esta manera, la planificación viaria de

191 1 y 1914 rccogc cn Gran Canaria unos cinco

enlaces con puertos menores -cuatro de

ellos en el sur . Por su parte, en la Isla de Enerife

la cifra se elevaba a seis. de los cuales

tan sólo dos corresporidían a puertos del norte.

De cualquier manera, los embarcaderos de

barlovento enlazaban con la carretera preexistente

de las medianías, mientras que los del

sotavento -si exceptuamos los de Agüimes.

-

NOTAS

I Piii ino MANF?, T 11981 1 «FI si5terna de tranyporte y

la organización del espacio insular>, in I loniadas de

tstidias ktonómiros Canarios. Canarias ante e Cambio.

Madrid, pp 439-453, cfr p. 439

2 En este <entido, aíin t r x la con~trucci6nd e la5 carreteras

el coste del transporte de pasiieros por el

interior seguía siendo más elevado que por mar,

pues un billete de pasajero en ómnibus en 1912 entre

Santa Cruz de La Palma y la Villa de Mazo con

Telde y Guímar- constituían tramos aislados,

actuando como apoyo fundamental del comercio

extracomarcal, protagonizado casi con

exclusividad por el embarcadero. Por último,

cabe decir que si bien esta planificación estatal

fue bastante limitada, algunas administraciones

locales inician de forma rudimentaria

el «ensanche» de las veredas y caminos que

conducían a los puertos de mayor dinamismo

Conclusiones

La etapa anterior a la construcción de las cavvntnv7e

en 07vn,-tnv;7A n-" An,-7vrnlinv " L L L L U . , .>L 'U'ULLL"L." yl,, ~ l \ i ~ , c l l l ~ / l l c l l u,,

transporte complementario entre los caminos

vecinales y embarcaderos. Su vigencia, aun

cuando se mantuvo tras la construccion de las

primeras carreteras para aquellos desplazamientos

de larga distancia. fue perdiendo peso

paulatirianiente.

De cualquier manera, la legislación y constriicci6n

r n materia de rarrrtera~w - canaria^ en

el siglo XIX no fue producto solamente de una

política llevada a cabo por el Ministerio de Fomento

sino que esta respondió a la evolución

endógena de cada espacio insular Así pues, se

va configurando progresivamente una red de tipo

radial, transversal, poligonal, etc., potenciada

a raíz del establecimiento de los efectivos poblacionales

y de las actividades económicas,

hecho que propicia aún más un profundo desequilibrio

territorial en la sociedad canaria -e insular

por extensión- del siglo XIX y comienzos

del XX

tina di5tancia vial de 17 km tenia aplicada una tarifa

de 150 ptas (Padron de Contribuyeites de vehículos

del runicipio de Santa Cruz de La Palma de

1912 estante 33 legalo 576 carpeta 9 kchibc del

Ayuntamiento de Santa Criiz de La Palmal Pcr qu

parte el transporte en b ~ q u de e vapor entre la Capital

y Los bauces contaba con identica tarifa 0 8 km

cuando termino de construirse la carretera en 194 1 )

scgun BLNITzL T ~ C O RI~Lu~al rncntcCI coste cn óm

L s ~ a c i ov uolíticas constructivas de carreteras en Canarias siglo XIX y comienzos del XX) 381

nibus entre la Capital y Los Llanos en 1910, segur

BRCWNa,s cendía a 6 nesetas, y 4 pesetas en 191 2 por

mar con El Puerto de Tazacorte, según 13ENITtZ TJGORES

La tarifa por tirrra a-in era más elevada si el

viale T r hacía en carruajes. coches públicos o animales

rle monta diinqii? .odo\ ellii\ i h e1~1 rel a~iúin

directa con el índice de oc~pación

3 URIOL, J. 1 (1977) «Los viales por la posta en el iiglo

XVIII y en los primeros años del siglo XIXD Ret' de

Ohrac Públicas, n' 3 151, Madrid, pp 837-856, cfr

p. 848

4 OLIVEP. de (1865):D iccionario estadístico administriltivo de

las Islas Canarinc, Establ Tipogrático Jaime Yepús, Barna,

1254 pp ck pp. 258-259 7d:ribiéri según ESWSA

CI'JK 1. M" 1978) Historia del correo en Canarias, Excna

hfi=nrnmiinirl~AA a P 3 h i l A n c TIP I 3 c I>l i l rna~1 ;I< Pa1- ...u~,L-...u..,--- -u-..--- --" . --U . -.

mas de Gran Canaria, 252 pp, cfr p 63, puede señaldrse

el djlv 1810 corno el del establecimiento del

ccrreo terrestre en las Islas Canarias Lo obstante,

en las islas periféricas dicho estahlrcirniento piido

ser mucho más tardío, por cuanto afirma que acontrariamente

a lo que ocurria en Gran Canaria, las islas

de Lanzarote y Fuerteventara no dispcnían por

eqta época 6r ningún ~ervicio postal organizadou

(cfr p. 52).

5 ALLOLA Y IbIINONDO. P (1979). Historia d e k Obras PÚblicas

ev! España, (obra de 18951. Colegio de ingenieros

dc Caminos, Canales y Puertos Ed Turner, 501 pp,

cfr p 364.

6 Según PULIUOM AUt5, T (1979).a El sistema de ioriiunicaciones

en la Isla de Tenerifen Actas VI Coloquio de

Geuyru,'íi~, Palma de Mallorca, pp. 587-595 cfr pp 589-

590 la red viaria ya había alcanzado Garachico desde

la Capital en 1899. mientras que en el sur la red

sólo había llegado a Giiínar En Grin Canavia ocurrió

algo semejante pues !a carretera de «segundo

orCenu riel norte alcanzó la Villa de Agaere cor ba5-

tante antelación cn comparaciór con la carraera de

utercer ordenn a 5an Bartolome de Tiralana, que por

Ic demás no constituía una circunvalación tampoco,

pues a partir de Aguimes la carretera gana altura

iasta CI centro de la Isla. tras atracesar la Caldera de

Tiralana. Solamente en La Palma, la primera carrerera

comienza a construirse desde la Ca~i:al por el sur,

pero como espacio de atravesamiento hasta la rica

corriarcd de aLd Bdi ldd~p ues el t rdzdd~E ble-Oeste

exiqía uri gran esfuerzc técnico y económico debido

a la elevada altitud de la Cu-nbre Nueva

7 UR OL, 1 I 119781 «Las carreteras y los canales de navegacióri

en los reinados de Fernar,do VI y Carlos

!!!B. ?.ti: de Ohmc Piíhlil-lis, ncl 3 159, RAidri( pn 51%

546, cfr p 543

8 ALZOLA 4. MINONDO, P (19791 Op cit. cfr. p. 362.

Y Ley de Carreteras,0 4/05,' 1877 Capítulo 11, Art 6 ,pu nto

lo

10 Según URIC~L1. , 1. (19 8 1) aCarrctcras, trznvias ). bicicletas

al fiializar el siglo XIXP, Re11 Carretera y Autopistas,

Suplcm cspcc~anl L'2 , Madrid, pp 18 32, cfr p. 20.

desde 1883 hasta 1898 las Cortes habían aprobado

para todo el Es:cdo un total de l 059 leyes especiales

incluyendo l 31 l nuevas carreteras con un total

de 33 268 kilómetros, todo ello sin contar con el informe

previo del hlinisterin de Fomento

11 BURRI~LLI SO RUETAE, L (1975) ~EvoluciUnm oderna

de Id PUUI~CICd-IeI Cai~dlidb»E,> [ Gt>üyr~ifi~11ü- ~1, 78-

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