VEGUETA, Numero 3,1997-1998, (65-87) 65

T nc w h h c do w n l 1 7 f l ~ A 1 Y V U P Y v C w w w V u VCW Y V V ~ v ~ w C V ' C

de las comunidades indíow-n as

del Alto Duero

a través de las fuentes

literarias y arqueológicasz -

"Departamento de Ciencias Históricas.

Universidad de Las Palnias de Gran Canaria.

66 Mnnuei E. Rarnírez Sánchez

1.- Introducción

En el presente artículo intentaremos establecer

el territorio sobre el que se asentaron

los pueblos indígenas del Alto Duero, los

arévacos y pelendones, recurriendo para

ello a la información que suministraron los

autores grecolatinos y a las aportaciones de

la arqi~enlogía Corno tendremos ncasión de

mostrar, la documentación literaria no es,

tal y como tradicionalmente se ha analizado,

unñ fuente precis. para estah!ecer !os

posibles límites fronterizos entre los pueblos

indígenas a la llegada de los ejércitos

remuíies. Y!!e se debe, principa!ri?eritc, r.

dos causas: por iin lado, al desconocimiento

de los antiguos geógrafos sobre las posibles

í?ifcrcr.Sn-, cd?türn!cs de ünu ü vtro pücF!o

v, por otro, al hecho de que los historiadores

se ocuparan esencialmente de la narra-

- : A - J.. !-- ---- L . . - : - : - - L - - Lzl:--- --!-

ClVll UC I V J LLCVIILCCIIILICILIVJ V C I I C V J , L C l C -

gando a un plano secundario la descripción

del marco geográfico de estos acoiitecimientos

y las diferencias culturales de los

pueblos indígenas sometidosz.

Antes de adentrarnos en el tema objeto

de este artículo. conviene que aclaremos

algunos aspectos de especial importancia.

En primer lugar, no debemos obviar las

dificultades que presenta cud1quit.r irileiito

por fijar el "territorio" de los pueblos indígenas

de la Hispania antigua, aunque resulta

muy común leer en la bibliografía existente

sobre este particular expresiones

como "límites" y "fronteras" refiriéndose a

un piieblo determinado. Debemos tener

muy presente que, para empezar, desconocemos

los criterios que siguieron los geógrafos

e historiadores antiguos para ubicar

a las distintas etnias sobre un territorio concreto,

por no hablar aquí de algunas "equivocaciones"

en las noticias de algunos autores

que han podido ser detectadas. Así, por

citar un ejemplo directamente relacionado

con los ccltíberos, vemos que Estrabón sitúa

la ciudad de Scgcda entre los arfvacos

(3,4,13) cuando sabemos por otros autores

que era una ciudad de los bclos. Qué duda

cabe que esta "equivocación" del geógrafo

de Amasía, fruto quizá de las buenas relaciones

entre segedenses y numantinos que

t l conociera a través de otrvs autores,

nunca podría haber sido "corregida" si no

hubiéramos contado con las referencias de

Apiano (hisp. 441, Diodoro Sículo (31,391 y

Floro (1,34,3) sobre el episodio de Segeda

de! 1% a C '

Si aceptamos que el concepto de "frontera",

como límite entre dos unidades políticas,

tan s6!o p e d C s er sUste~t2den nr onti- r-- -----

dades políticas de naturalen estatal, parece

factible hablar de fronteras políticas entre

les, cc!k,%crGq 7J 7 3 "y- 3-'-3 , .' 7 ,&U,"*.Q..ó. -.. nn.. laiF sfcr. Y"'

mación que nos suministran las fuentes literarias

y por la evidencia de emisiones

,,,,b,l," 2, ,1,..,,, ,,,," -1 ,,,,o ,4-1,,,4,

. L L L J , . C L ' . . L J L.< U ' b L " " ' " CL\"-', "L I 1 L ' l l L l . l "L.1C.I

el siglo 11 a. C., aparecen constituídos en

una organización urbana o poliada (G.

r- n -r i r 1 0 0 1 . ? T L r)? 7. n I ~ V I . L I U - L I I , F. BU!<LLLG

1986:545). En nuestro país hasta hace bien

poco ha sido frecuente establecer la delimitación

de estos "lerritorios" tomando como

base un mapa cartográfico y siguiendo los

accidentes orográficos o hidrográficos

(autthticos "límites naturales") que luegu se

proyectan a la esfera administrativa, estableciéndose

así los "límites políticos" entre

disti~itos pueblus (P. V. CASTRO, F.

GONZÁLEZ 1989:lO-13). En el estado

actual de la investigación no parece legítimo

coritinudr trdbajdndv en esta líriea que, pese

a ser relativamente cómoda para el investigador,

no contribuye en absoluto al debate

científico. Continuar aceptando como válidos

los mapas y límites fronterizos entre los

pueblos celtibéricos y sus vecinos inmediatos

que trazaran Schulten, Rosch Gimpera o

Taracena supone afirmar que la investigación

ha avanzado muy poco en los últirnos

sesenta anos. Y resulta evidente que la realidad

es bien distinta. (Mapa 1)

En nuestra opinión, es muy difícil

hablar de límites fronterizos strictu semu,

sobre todo en aquellas zonas donde no contamos

con accidentes naturales como el

Sistema Ibérico o el Sistema Central, que

clararnerite delimitan la zona objeto de

nuestro estudio por el norte y sur, respectivamente.

En muchas ocasiones, ia imposibilidad

de establecer una concurrencia precisa

de aspectos diversos tales como

etnicidad, costumbres, cultura y lengua en

un "territorio" fijo y estable (G. PERFlRA

1992:35), arranca de problemas previos

comr) ia dificii deterrninacicin dei contenido

de términos como cthnos, gens, tribu o populits

empleados por los autores antiguos, por

lo que resulta necesario, al menos para

poder determinar el territorio de los arévacos

y pelendones, establecer qué eiitendemos

por "etnias" o "pueblos indígenas"

aunque, como el lector habrá podido observar

en este trabajo, somos reacios a utilizar

indiscriniiriadaniente estos términos y preferimos

servirnos de otros más abstractos,

aunque a nuestro juicio menos problemáticos,

como el de "comunidades indígenas".

2.- El arca de expansión de los arévacos y

pelendones.

Tomando como fuentes principales la información

suministrada por los autores grecolatinos,

los restos arqueológicos, la lingüística

(inscripciones celtibéricas), la

onomástica indígena (antropónimos y unidades

organizativas indígenas) y la niimismática

(emisiones de las cecas celtibéricas),

es posible reconstruir el territorio de los

arévacos y pelendones, tradicionalmcntc

englohados bajo el término de relfi'bevos inlteriom

o celtíberos orientales. Conviene destacar

que, en el estado actual da la invrstigación,

el establecimiento de los límites

territoriales de la Celtiberia plantea varios

problemas derivados de la heterogeneidad

de la información que suministran las

diversas fuentes (literarias, epigráficas, lingüíst

ica~,a rqueológicas, etc)'. Establecer

unos límites fronterizos para el pueblo arríivaco

tomando como base las fuentes literarias

(Estrabhn, Plinio y Ptolomeo, entre

otros) entraña unos riesgos derivados de la

siguiente evidencia: las noticias que suministran

las fuentes literarias pertenecen a

marcos cronológicos diferentes por lo que,

en determinados casos concretos, rcsulta

aventurado intentar reconstruir ri ,'territorio

arévaco" siguiendo únicamcntc este tipo

de informaciones. A ello habría que añadir

las limitaciones intrínsecas de las propias

fuentes (lejanía temporal con respecto a los

hechos que narran, inte~pretatio, prejuicios

ideológicos, etc.) que obligan a tomar con

suma precaución la información que suministran.

Ante este panorama no es de extrafiar

que la interpretación de un determinado

fragmento de la obra de Estrabón, en

coricretu el tan traído y llevado parágrafo

III,4,19, haya generado tanta controversia y,

al rnisnio tiempo, tantas opiniones iriteresadas

en incluir a los vacccos, a los bcrones, a

los pelendones o, por último, a los "celtíberos

propiamcntc dichos" bajo esa supuesta

quinta parte de los celtíberos'. Por último

conviene recordar que debemos evitar el el

anacronismo, por desgracia muy frecuente

en otros trabajos de investigación, que consiste

en retrotraer la información que suministran

las fuentes literarias, en su mayoría

datadas en los primeros siglos de nuestra

era, sobre el "territorio" de los pelendones

y de los arévacos a un marco cronológico

cuatro o cinco siglos anterior.

Si ya hemos señalado cuáles son las

limitaciones y los problemas que presentan

las fuentes literarias, conviene que comentemos

ahora la información arqueológica

con que contamos en la actualidad. En este

sentido conviene advertir que, si bien en los

últimos años se han producido notables

avances desde los trabajos de Taracena de

la primera mitad de siglo, en algunos temas

aún continuamos dependiendo de los trabajos

de este notable historiador. Este

cdrácler desigual de la información arqueológica

no permite que los investigadores

que en la actualidad estudiamos la cultura

ccltibérica contemos con otros datos que no

sean los que suministran las excavaciones

de los grandes núcleos de población como

Uxama, Tiermes, Numancia o Clunia que

alcanzan su desarrollo más álgido en plena

época de dominación romana. En nuestra

opinión, cualquier intento por establecer

una sccucncia diacrónica del poblamiento

celtibérico en el área objeto de nuestra atención

pasa por el necesario incremento de las

prospecciones arqueológicas extensivas en

aquellas zonas en las quc carecemos dc

información alguna. Hasta que estos trabajos

no se lleven cabo, consideramos que

resulta poco viable cualquier intento por

ordenar el poblamiento del "territorio arCvaco"

en época prcrromann.

Los estudios numismáticos tambicn han

contribuido a la delimitación de las distintas

"áreas étnicas" de la Península Ibérica

(J. UNTERMANN 1975) y en el tema concreto

que nos ocupa, lia contribuído eficazii-

lei-lte a :oca:ización nprvni,Tadñ de

determinadas cecas que acuñan moneda

indígena en la Celtiberia". Así, la numismática

ha perinitido delimitar el área de

expansión arévaca respecto de sus vecinos

occidentales, los vacceos, que algunos autores

han considerado como el quinto pueblo

celtibérico de Estrabón (R. MARTIN

VALLS, A. ESPARZA 1992:270), opinión

esla que rio cuiiiparliiiios. Sobre este particular

se ha ocupado recientemente M"'.

García-Rellido, qiiien ha considerado que

las diferericids existentes entre vacceus y

celtíberos ante el fenónienu de la amvriedación

expresan claran~enteq uc se trata de

dus puebius cuii sisieind suciu-e~ui-i6ii-1icvs,

y posiblemente también políticos, diferentes

(M". GARCÍA-BELLIDO, En prensa).

i d cuiiiribuciÚii dc ius csiudiüs sübi-r

onomástica indígena ha sido también fundamental

para poder establecer la existencia

de unos líiniles claius de la Celtibrrid

sirviéndonos únicamente de la concentración

y dispersión de los antrophnimos y de

ios nombrcs de uniciadcs urgiirii~aiivds

indígenas dentro de la extensa zona geográfica

en la que las fuentes literarias sitúan a

los celtfberos. Los trabajos de M. L.

Albertos en este campo han aportado a los

especialistas una ayuda inestimable para

poder establecer los límites de la Celtiberia

tomando como base el testimonio antroponímico

(M. L. ALBERTO5 1979). Recientemente

ha visto la luz una actualización de

los trabajos de Albertos sobre la onomástica

indígena cn Celtibcria y una comparación

entre la antroponimia celtibérica y gala (E.

R. LUJÁN 1996).

2.1.- El área de expansión de los pelendones:

núcleos de población.

Tan sólo tres ciudades menciona Ptolomco,

en el siglo 11, entre los pelendones:

Ulsonflon, Augustobrzgn y Salrin (PTOL. geog.

2,6,53). A esta exigua relación algunos

autorcs suclcn añadir Ntiinaiztia, mcncionnda

por el propio Ptolomeo entre los arévacos,

al seguir la noticia transmitida por

DI:-:,. f . " " ,

iiiiiv ,,irti. J,4,2G). ?vi !as razones ijüc yn

han sido expuestas en otro lugar (cfr. s2)

nosotros hemos incluído Nuninntin entre las

ciudades aréracas, aunque no dejamos de

anotar aquí la noticia transmitida por

Plinio.

Auprstobrign ?. Debido a la presencia de

evidencias arqueológicas de época romana

-restos de viviendas con pavimentos musivos,

cerámicas, monedas, iiiolinos circulares,

etc.- e indígenas -materiales cerárnicos

y numismáticos, fundamentalmente- parece

lógica la identificación de la antigua

Auguslóbriga con la actual población de

Muro de Ágreda, en la provincia de Soria

/ A 7 - r ~ A n ?non r r l n . 1~ r A T n v n r ~ ~ r \n. 1 W V i-il\ 1707.JU7, I V l . L. LXLUGL\lUJ

i990:133, nQ13; VV. AA. 1993:58). Sin

embargo, corivierie advertir que se descoi.

lüce id enisiri.icia de i.esios ai.yueo:"gicüs

en esta zona adscribibles a la llamada "cultura

castreña soriana", por lo que cualquier

intento por identificar lus restos arqueulúgicos

de Muro de Ágreda con los pelcndones

carece de sentido, al menos si se si-g ue manieriieiidu

cuiiiu vdiidd id icieriiiiicdciúrl prupuesta

por Taracena entre "cultiira castreña

soriana" y pueblo pclendón. De la misma

opinión es A. Ocejo quien, apoyándose en

los datos suministrados por Ptolomeo y en

las evidencias arqueológicas procedentes

de Muro de &reda, ha rechazado cualquier

intento por localizar la Augustóbriga

70 Manuel E. Kanlírez Sánchez

de los pelendones en el NE de la provincia

de Soria (A. OCEJO 1995:482-486).

Salria8. Basándose en criterios meramente

fonéticos se ha intentado identificar

esta población mencionada por Ptolomeo

con la Soria actual (A. SCHULTEN

1914:128; B. TARACENA 1954:202; A.

TOVAR 1989.346). ~1inqi . ila~ arqii~olngíñ

no ha podido aportar ni una sola prueba

que apoye esta hipótesis. En la actualidad,

los investigadores qlie re ha: ocl~padod e!

tema aún continúan identificando a Sauia

con Soria sin aportar datos que lo confir-

F.en (F. J. L(Zh/i.r\S !9KK:KK), y ~ n n i i on t r n c

7"' -----

autores han expuesto sus reservas (M.

SALINAS 1991:214; J. SANTOS 1991:128,

L. HEXNAP\TEYZ ?992:28). Entrn !cs mis

entusiastas partidarios de esta identificación

se encuentra Tovar quien, basándose

,, ,A+,&,, ,,c,;,&,,,,&, $,,A+;,,, l.,,, C E E C I I L L L I \ I < 7 C.7L1 I C L U L I I L . I L L C I I I I . C L L C ~ I . 7 , I I U C k

derivar el actual nombre de Soria de la

Sauia de Ptolonieo (A. TOVAR 1989346).

En el índice topográfico de la Hoja K-30

de la Tnblrln Irnpevii Romani se ha preferido

denominar a Sauia como /ormrrr ignotum

(VV. AA. lC)93:205). En nuestra opinión, y

a la espera de que la arqueología aporte

nueva luz sobre esta cuestión, consideramos

que esta opinión es la más correcta.

No obstante, recientemente se ha planteado

que la Sairin mencionada por Ptolomeo

pudo estar localixada rn el yaciniiento dr

Ntra. Sra. de la Vega, en la localidad burgalesa

de Huerta de Abajo ( A . OCEJO

1995:443, 11.55).

Visontiunzq. Fue J. Loperráez quien relacionó

por vez primera la ciudad mencionada

por Ptolomeo con la localidad soriana de

Vinuesa, llegando iiicluso a senalar la

ausencia de restos arqueológicos en las

inmediaciones q ~ i ep udieran ponerse en

relación con la Visontium de los pelendones

(J. LOPERRÁEZ 1788:28-29). Tanto

Cchulten como Boscli Gimpera corroboraron

la localización de Visontium en

Vinuesa apoy6ndose únicamcntc en la

fonética y en la noticia de Plinio ( n n t .

4,34,112) de que el Duero nace entre los

pelendones (A. SCHULTEN 1914:128; P.

BOSCH GIMPERA 1932:556). opinión compartida

por Taracena, quien advertía que

esta localización es válida "sólo como hipótesis

de trabalo piiw los halla7gns arqii~ológicos

de aquellas alturas no pasan de

pobres restos del pastoreo celtibérico" (B.

TML4CEN.A 1933,394! Pese a aceptar la

relación Visontium-Vinuesa, Tovar advierte

que de ser cierta la teoría de R. Menéndez

-I 'i-d -a- l - c- n- h- r- o origen Q ~ C I de! nombre de

esta ciudad "habría que buscar otro lugar

para Visontium" (A. TOVAR 1989:355). En

-I D- -?Li r C.i.i.~-l.iLr l ?-r-l- !y p e ~ t ~Ur aR &r.iom~et l~eys

especialistas parece aceptar, aunque con

algunas reservas, la localización de

V i s ~ ~ t i uem:: !a p ~ b ! a c i h i~u r i a -u de

Vinuesa (F. J. LOMAS 1988:88; M. SALINAS

1991:214; L. HERNÁNDEZ 199328;

\,IXvI. ,A,$, lOO'i.9AQ\ -..-,-..,. ..-A,..L,.-,.-&,.

1 . 1 % 1 . 1 7 L > , , ' 1 L I I I y U C I C C I C I I L C I I I C I I I C

se ha propuesto localiiar esta ciudad pelendona

en el interior de la provincia de

Burgos, concretamente a orillas del río

Arlanzón, en Villavieja de Muñó (A.

CICEJO 1995:493, n.55).

2.2.- El área de expansión de los arévacos:

núcleos de población.

Las ciudades que l'tolomeo menciona, en el

siglo 11, entre los arévacos son las siguientes:

Conf loenta, C l ~ i n i a ,T PYHIPLSl,x a1~ln

A r g a i l a , S r g o r t i n Lnrika, L I P I I I c R , Y ' i i r r í s ,

Nilmnntia, S~gouia y Noua Augilstn (L'TOL.

grog. 2,6,55). La información que transmite

Pliniu un siglo anles no es tan coiiipleid

como la suministrada por Ptolomeo, ya que

menciona tan sólo seis oppida: Secoiitin,

Uxama, Segouin, Nova A u g i ~ s t a , Termes y

Clirriin (PLIN. nnt. 3,4,27). Otras fuentes,

fundamentalmente los historiadores que se

ocupan de las guerras celtibéricas (154-133

a. C.), o los itinerarios romanos, mencionan

una serie de ciudades arévacas que no aparecen

documentadas en otros autores:

Belgedn, Contvebia Leucnrla, Colenda, Lagni,

Luiia y Malin. A esta extensa nómina dc ciudades

debemos añadir también las cecas

que emitieron moneda con letreros en lenLos

núcleos de población de las comunidades indígenas del Alto Duero ... 71

gua celtibérica durante los siglos 11 y 1 a. C.

(como por ejemplo, la de Sekobiiikes), que

los numísmatas han situado dentro del

territorio tradicionalmente considerado

como arévacol". Al final de este artículo

aparecen recogidos en un cuadro todos los

núcleos de población "arévacos" mencionados

en las fuentes literarias y los respectivos

autores aparecen ordenados cronológicamente,

de tal forma que un simple

vistazo al mismo permite establecer qué

ciudades son mejor conocidas y en qué

época concreta (Figura 1).

Hemos omitido incluir entre las ciiidades

arévacas varias ciudades que las fuentes

adscriben a este pueblo pero que sabemos,

gracias a las menciones de otros

autores, que pertenecieron a pueblos vecinos.

Tal es el caso, por ejemplo, de las ciudades

de Srgeda y Pallantia que Estrabón

(3,4,13) equivocadamente adjudica a los

arévacos, cuarido en realidad fueron ciudades

de !m belcx y i 2 c c e ~ c r,c upcctivamen:e.

Tampoco l-ieriios incluído entre las ciudades

arévacas la población de Tuttia o Tutia

mencionada en algunos manuscritos de

Floro (epit. 2,10,9) que los editores han

corregido por Clunia, y que algunos autores

como hlüller han consiclerddu una

corrupción de Tucrís, cuya meiiciúii ha sido

obviada en repertorios toponímicos recientcc,

(VI. AA. 1393), pese a ser iriciuícia en

otros anteriores (A. TOVAR 1989:228, C-128

bis) (Mapa 2).

Belgeda". Ciudad celtibérica que tradicionalmente

se ha puesto en relación con

Segeda, basándose en la similitud de ambos

. .. 1 . /n rrr 77.- r-- ii"lnvie3 (c.n Ü ~ ~ \ i cXl Ei i i i : ZÜi i . Se ha

propuesto su identificación con la ceca celtibérica

belikiom, que acuña plata y bronce

con signario ibérico a partir de fines del

siglo 11 a. C. (A. VIVES 1926: Iám. 44, ceca

49; J. UNTEKMANN 1975: A.47), con toda

probabilidad identificada con el yacimiento

del Piquete de la Atalaya, en Azuara,

Zaragoza (F. BURILLO 1979). Descartada la

identiticación con Segeda, cuya localización

en el Poyo de Mara y Durón de Belmonte

(Zaragoza) parece segura (F. BURILLO, M.

OSTALE 1983-84; F. BURILLO 1986:540-

543), únicamente cabe calificar la Belgeda

de las fuentes como una ciudad de localización

incierta que, al menos como hipótesis

de trabajo, pudiera considerarse que estuvo

emplazada en el alto Jalón, lo que vendría a

suponer que era una ciiidad de las belos.

En cualquier caso, la ausencia de datos

seguros no permite ninguna afirmación al

respecto.

Colendan. Desde el siglo XVII se viene

identificando esta ciudad mencionada por

Aniano en !2 leculidai', scgovianti de

&éllar (D. DE COLMENARES 1637:4) tradición

que continuaron otros eruditos de

siglos posteriores (C. DE SOMORROSTRO

1861:XXIX), siempre localizándola entre las

ciudades vacceas del sur del Duero. Únicamente

Ceán Bermúdez, al esg- rimir razones

de carácter fonético, llegó a sitúar d

Colenda en Calanda, villa del partido de

A1calii.z (Tei ueij, iucaiización ésta totaimente

injustificada (J. A. CEAN BERMUDEZ

1832:139). Ya en el presente siglo Bosch

Giiiipera y Taracena sitúan la ciudad de

Colenda dentro de los límites territoriales

de los arévacos aunque sin localizarla en un

lugar preciso (P. IJOSCH GIMPERA

1932:555; B. TARACbNA 1954:199-200). Por

esas feclias A. Molinero excava la necrópoiis

ae ias Erijuelas en Cuéllar (Segovia) y

confirma la inexacta identificación

Colenda-Cuéllar que habían defendido los

eruditos segovianos hasta el XVIII, proponiendo

que la ciudad mencionada por

Apiano debía buscarse en Sepúlveda u

üuratón (A. MOLINERO 1952:342). Sin

embargo, Wattenberg continuará defcndiendo

la lucalización de la Colenda arévaca

en la localidad segoviana de Cuéllar

aunque sin presentar pruebas suficientes

que avalen esta identificación (F. WATTENBGRG

1959:40, 125-126; IDEM

1960:128, Mapa, n"17). La opinión más

generalizada hoy día considera arriesgado

situar a Colenda en un lugar determinado.

Las diferencias de matices se reducen al

r-- ---

MAPA 2. NUCJ3.OS DE I'OBLACION W EL CURSO DUERO MENC-IONAWS- EN LAS- F m LITER

hecho de que mientras para unos se trata de

luna "cii'?dad celtihbrica" rin mác (VV. AA..

1993: IOO), otros la definen como "ciudad

arévaca" de localización incierta (F. J.

LOMAS 1Y88:XX: AA. SAL!.k!A$ 1991:310!.

Desde una perspectiva arqueológica J.

Barrio ha aportado nuevos elementos a la

&ccc?cihn rra niio, tras con.firF.2r existen- J" 7"-

cia de un poblado celtibérico en el mismo

núcleo urbano de la actual Cuéllar considera

-up &kc Ycbn cunsidcraruc Un mc!nvc 1

vacceo, rechazando así la ubicación de la

Colenda de Apiano en esta localidad segovinnn

(J. BARRIC! ?388:28!.

Confloenta '. Por el nombre de esta ciudad

tradicionalmente se ha creído que

-1-L:- ^.L^.. l - - - . l - .l ....

UCIJIU = > L a 1 t l l l l y l d & a u a CILLIC u v a 11ua

(HUBNER RE III:873), y algunos han creído

que el Duero es uno de ellos (A. SCHULT

V X , ,nq 4 - m * r, m,r, A n P X T A qnr" ""F

1 El\ L7l'f.lJl, U. 1 k i l \ k i L E I U f i 17J'k.L+/,

n.131, aunque otros autores han propuesto

el Arlanza y Arlanzón (C. MULLER

1883:173 a). Frente a la tradicional interpretación

que veía en el nombre de esta ciudad

una referencia a la confluencia de dos ríos,

Scntenacli defendió que Confloenta debía

significar "replegada" (N. SENTEKACH

1914:ll). Ya e11 el siglo XVIII LopcrrAcz, al

ocuparse de las ciudades arévacas mcncionadas

por Ptolomeo, puso de manifiesto

que sobre esta Confloenta "en el día no se

descubre señal alguna, aunque se dcbc dar

confinante con los vacccos" (J.

LOPERRÁEZ 1788:262). La hipótesis dc

Müller, quien propuso su localización en la

confluencia del Arlanza y el Arlanzón (C.

MULLER 1883:173 a), está totalmente descartada

debido a su ubicación demasiado

occidental. En la actualidad la opinión más

extendida, que nosotros compartimos, sitúa

esta ciudad entre los arévacos aunque sin

proponer un emplazamiento concreto (U.

ESPINOSA 1984314; F. J. LOMAS 198837;

M. SALINAS 1991:214; VV. AA. 1993:lOl).

Contvebia Leucadei4. Se conocen tres

ciudades entre los celtíberos que tuvieron el

nombre de Contrebia, diferenciadas por sus

rcspcctivos cognornim: Cavbica, Lcucade y

Belaiscn, sobre cuya localización se ha publicad^

1m. ~ f u d i na! que remitimnc (F. RURTTLO

1986:534 SS, 546, fig.1). La que aquí nos

ocupa, Co n f r c b~Lnr ucndc, es de todas ellas la

q'le aparece mejor dociimentarla en !as

fuentes literarias, seguramente debido a las

dificultades que debió afrontar Q. Caecilius

Meto!!m, ros. 142 2. C., p2r2 ! q p r su mmotimiento.

Los trabajos de excavación efectuados

por Taracena durante los años 1934

y Tu35 cfi p! y a c imi c f i t~s it::aC?~ prLtrc

~nestrillasy vera del Río Alhama, en la

margen iziuierda del mencionado río, die-

..-- ---- ..,."..l&..A,. 1- 1--..1:---:,<- A- ..- J C I L C C V L L ~ V L ~ J C ~ ~ C C ~ ICCI ~ ~U V C c u ~ L i a C ~uuc~ Lu 1 1

poblado celtibérico con ocupación romana

de 12 Ha de superficie, provisto de un sistebien

careada y fosos excavados en roca y

con viviendas rupestres de una sola planta

(E. TARACENA 1934.244j. La oyiriií~ri un&-

nimente aceptada parece identificar el yacimiento

de Inestrillas con la Contvebi~i

Lcucnde de las fuentes (M. SALINAS

1991:214, VV. AA. 1993:103-104), aunque

algunos autores se muestran aún algo inseguros

a! respecto (F. J. LOMAS 1986:88).

Cluilia". El nombrc de Clunia está atestiguado

en las emisiones de moneda con

letrero indigeiia acunadas desde el 72 a. C.

y cn las cmisiones con le) enda latina desde

mcdiados del siglo 1 a. C. (koloz~i~iok/i ic loiiriioq).

La identificacion de la ciudad romana

con Coruña del Conde ha sido la más

cxtcndida aunque no es correcta, ya que el

verdadero emplazamiento de la Clunia

romana está en el Alto del Castro de la vecina

población de Pcñalba de Castro

(Burgos), aunque conviene seiialar que,

como ya expuso en los años setenta Pedro

de Palol, la Clunia arévaca seguramente

está localizada en la margen izquierda del

Arandilla, frente a la misma ciudad romana,

en el lugar conocido como Alto del

Cucriio, donde se han encontrado algunas

estructuras habitacionales, molinos de

mano y cerámica celtibérica (P. PALOL ct

aíii 1991:234; J . D. SACRISTÁN 1994:141-

144). Hasta que un estudio pormenorizado

74 Mnizuei E. Ramírez Sánchez

en este yacimiento celtibérico no aporte

resultados satisfactorios convendrá seguir

dceptdrido la identificación Clunia-Peñalba

de Castro, aún cuando todos los datos confirmen

la evidencia de que la Clulzia

Celtiberiae finis mencionada por Plinio no

estuvo emplazada en el Alto del Castro.

l.qtzi'h.F 1 n nmh r ~d e esta riiidad SP ha

intentado identificar, por simple homonimia,

con el apelativo de la E~yopría ATyitn

[PTOL. g ~ q2,.6 ,55! tradiciona!mente !oca!izada

en Langa de Duero (Soria) y con la

localidad soriana de Layna, situada muy

cercr de Medimce!i (A. EfC?!?S ?95?:57?).

Tovar advierte que la identificación de esta

Lagni con la ceca que acuria bronces con

r.igEur.; v :.h eriC3 (!Mkinc) dcsdc --;-,,+--

Y"""'"

mitad del siglo 1 a. C. no parece segura, ya

que "los hallazgos de monedas sitúan a

Lngni en krritoriu cercano ii Léridz" (A.

TOVAK 1989:461). Frente a esta opinión, en

la actualidad parece segura la localización

de esta ceca en el valle medio del Ebro (J.

UNTERMANN 1975:210-211, A.22; F.

BURILLO 1995:168) y recientemente se ha

vuellu a pruyorier su posible relación con la

Lagni de las fuentes literarias (VV. AA.

1993:137-138).

Ltiliu". Se lia que[-ido idenliIicar-, yorsimple

semejanza fonética, con las localidades

sorianas de Cantalucía y Lubia, aunque

la arqueulugía riv ha yudidu cvr-rvborar esle

dato. Tradicionalmente se ha situado en

Cantalucía (A. SCHULTEN 1914:134 ;

TDEM RE XV:784; IDEM 1937:80), pero no

hay constancia de la existencia de algún

poblado de época celtibérica en la zona (B.

TARACENA 1941:49). La localización en

Lubia presenta los mismos inconvenientes

(N. SENTENACH 1914:11). Algunos autores

defienden la localización de la Lutia

mencionada por las fuentes en la localidad

de Luzaga (Guadalajara), basándose en la

homonimia y en la presencia de un posible

adjetivo derivado de Lutia (liitiakci) en el

bronce de Luzaga (A. TOVAR 1989:404), o

en la existencia~deu n poblado celtibérico

de gran superficie en el cerro de "El

Castejón" de Luzaga (J. SÁNCHEZLAFUENTE

1995). Otros investigadores.

basándose en la semejanza foiGtica, han

propuesto la localización de Lutia en Luzón

(Guadalajara),. al NE de Luzaya (T. UNTERMANN

1964:116). No obstante, la información

que en el siglo 11 proporciona Apiano

s n h r ~la dictanria ~ I I Ps~ pílrñha7 i h n d~ la

Nutnantla de Retógenes, ha llevado a varios

investigadores a considerar la posibilidad

cabecera del río Cidacos, donde se conservan

los restos de un un importante poblado

en bri!!ur de! Ríe (M. P. !'ASCUAL, R. c.

PASCUAL 1984:117). Ante todas estas

opciones posibles, consideramos seguro

A,.- -Y,."n'A"'- ..r.l-~;,.--,..-r. 1- 1 ..+;o A- Av.;-mr. "L'"'"'"' "A """U U' ' 'Y"""'

(hiqp. 94) con la ceca que acuna bronces con

signario ibérico Irrtinko4 ( A . VIVES

~ ~ > T L . I : - K L ---- L C . I ~ r rh r C r ~ n , í ~ h r h ~

I ~ L U . I ~ I I L . J U , c r c n u ~ i J, . u l u L i . ~ \ i v ~ n ~ u . u

1975:298-299, A.76), cuya Localización geográfica

es desconocida (VV. AA. 1993:144-

145), y con la palabra lutinkei expresada en

el bronce de Luzag- a. Pese a todo, en el estado

actual de la investigación, no creemos

~uriveiiit.nlel vcali~drlae n uii puiitu geugr dfico

determinado, ya sea en Soria,

Guadalajara o Logrono'"

Muliu". Nus ericuiitraiiius ante uri casv

semejante al de la ciudad de Lutia (cfr.

szqm). La única mención que poseemos de

esta ~iuddlat revaid Id ~ ~ ~ J ~ I IdIl UliiSst uriddor

Apiano, quien nos comenta que se trata

de una "pequeña ciudad que custodiaban

los numantinos". Schulten identificó a

Malia con la ciudad de Accyví (D. S. 33,17,1-

3), proponiendo su localización geográfica

en Almazán (A. SCHULTEN 1914:357;

lDEM RE XII:457). Esta opinión fue seguida

en parte por Bosch Gimpera, que sitúa a

Lagni en Almazán pero sin identificarla con

Malia (P. BOSCH GIMPERA 1932:555).

Taracena no se atreve a proponer una localización

determinada para Malia, aunque

menciona que algunos autores la sitúan en

Mallén (Zaragoza), basándose en la semejanza

fonética (B. TARACENA 1941 b:92-93;

IDEM 1954:247, n.19). En la actualidad la

1 oq niíclros d~ pnhlación dr las comuiiidades indígenas del Alto Iliiero 75

mayor parte de los autores incluyen a Malia

entre las ci i idad~a rPvacas, ai inqi i~d ~ s t a -

cando su localizacián desconocida (F. J.

LOMAS 1988:88; VV. AA. 1993:346).

Nnun Awg>i tnL' . F! n o m h r ~d e Nnun

Augustn evoca a la fundación de la ciudad

en época augústea, posiblemente con el

r-.ngo de ~nmlinidrrrly eregrina, ai'!nn1i-ipcabría

la posibilidad de que se tratara de

una fundación ex nozro creada con el fin de

eqtu~!ccer~ n centre .?~mii.ictrutii~ r l n n l í k i -

J i.'A-u

co en una zona poco romanizada caracterizada

por un hábitat disperso (H. GIMENO,

M. M,\YLI? ?093:3?8-JIo). Ccr.tcr,ach !vc,>li

za esta ciudad en Monteagudo (Soria), sin

aportar mayores datos (N. SENTENACH

in? ~ . nn\ -.. ---L.. RA::IL.. L A -

~ 7 ~ t . 7 ,I. V I J U yai r c ~ v ~ u i i c ri v, i iiniiuv cviitv

base a Ptolomeo (2,6,55) propone su identificación

con Augusfobrign y considera que

s u ve¡-dddeiü i iü~i ibi~dee bió se¡- ?v'üiii?

A u g z i s t o b r i ~ n para diferenciarse de la

Augusfobriga de los vettones (C. MULLER

1883:174). Schulten, Bosch Girripera y

Taraceiia también la identifican con

Augusfobriga (A. SCHULTEN 1914:134; B.

TARACENA 1941 b:ll8-119; IDEM

1954:199). En cambio, Tovar propone localizarla

entre Segouin, Nurnnlzcia y Turnes (A.

TOVAR 1989:360). Actualmente la mayor

parte de los autores, siguiendo a Müller,

sugieren la localización de esta ciudad en

Muro de Agreda (F. J. LOMAS 1988237; M.

SALINAS 1991:214).

Recicntemcnte se han esgrimido nuevas

hipotesis que pretenden dar con la verdadera

localización d e No u n A ~ t p s t n .A sí,

mientras Knapp ha planteado la posibilidad

de que estuviera localizada en Duraton

(Segovia), basándose en la hipótetica

reconstrucción de u11 itinerario que, a su

juicio, subyacería bajo el texto ptolemaico

(R. C. KNAPP 1992:264), Gimeno y Mayer

se oponen a esta identificación y, en cambio,

proponen la localizaci6n de Nova

Augusta en la localidad burgalesa de Lara

de los Infantes (H. CIMENO, M. MAYCR

1993). La propuesta dc estos autorcs se

apoya en la abundante documentación epigráfica

de la región y en la posible relación

familiar d~ iin individiin dr la 7ona (1. A.

ABÁSOLO 1984199; AE 1984, 568) con el

C(aius) Antotzius Aquilus Nouaugustant4s

mmrinnadn en iina tnhuln d~ Castrnman

Creemos que esta reciente propuesta de

Gimeno y Mayer es interesante en la medida

en qiue intrnduce una ni'ierra perqwctiva

en el estudio del poblamiento en época

romana de la zona de Lara de los Infantes,

cpe d p n c s 2 ~ t o r o ctr i.dici~nu!mente h 2 n

considerado bajo la influencia de grupos de

criticadas.

cerro de La Muela de Garray es establecida

3 . . . , 1 -.-1 .1.. \,r TT - - " 7 , rT r T.. . - - - - .-L.

UUIdlLLe 1UJ Jl~lUbA V 1 y A V 11. Ul ld V C L e5Ldblecida

la localización de Numancia desde

época tan temprana, las únicas discusiones

que han vcupadv la iiteiicióri de los especialistas

se han centrado en asuntos como la

extensión de la ciudad, la existcncia de

defensas artificiales y la localización de la

necrópolis ccltibérica (A. JIMENO 1994). La

fecha de fundación de la ciudad cs controvertida,

ya que Schultcn la situó en torno al . -

300 a. C. y esta opinión ha continuado siendo

mantenido por algunos autores hasta

nucstros dias (M. SALINAS 1986:84.65),

aunque Taracena propuso rebajarla debido

a que "la carencia de ciertos tipos de armas

obliga a suponer algo más moderna, en los

comienzos del siglo 111" (B. TARACENA

1934:234). Esta última fecha parece ser la

que goza de mayor aceptación en la actualidad,

por lo que podría situarse la fundación

de la Numancia arfvaca "en la primera

mitad del siglo 11, y quizás en el primer tercio

de este siglo o como mucho al final del

111 a. C." (A. JIMENO 1994121; A. JIMENO,

M. ARLECUI 1995:122).

Segortia Lnncai2. Loperráez menciona

que se desconoce la localización de esta ciudad,

aunque "algunos quieren estuviese en

donde hoy Sepúlveda" (J. LOPERRÁEZ

76 Mnnirel E. Rnmírez Shnchez

1788:264). Sentenach considera que la

Segm-tia lama de lar fiwnter dehe id~ntificarse

con la Sigiienza actual (N. SENTENACH

1914:12), aunque al ocuparse de la

Snvpxtin r;lici trancmite Estrabón (3,4,?2)

senala que podría localizarse en San

Esteban de Gormaz (N. SENTENACH

!9??:9). E! Inistorizdor o!crnAE A. Czhdtcn

en un primer momento identifica a

Segontia Lanca con la ceca que emite monc-

A - - --- -1 1-L L - l . - * : - - l - l - - . . -.-e -:.-

usa cvii ci i c r i c i u aL-n</uuJ runua auiiyur ui11

localizarla en un lugar preciso (A. SCHULTEN

1914:134), pero posteriormente relacioiia

:d J ' e ~ ~ ~ ~ rdreí iEüs iiabúii cuii id Sqiiriiu

Lancn de Ptolomeo, insinuando que "acaso

S-e rgtiiztiu cs Scpiztia Lanca, hoy Langa de uucro" (A. SSH'Li'LTEN 1932247). Farcce

seguro que Segontia Langa estuvo situada

sobre el elevado cerro conocido como

Cuesta dei ivíoro, ai sur de ia viiia soriana

de Langa de Duero (F. J. LOMAS 1988:87;

M. SALINAS 1991:214). Igualmente se suele

identificar con la ceca indígena de localización

iri-iprecisa que acufia monedas de plata

y bronce en época anterior a las guerrds de

Sertorio, con el letrero i r k o l i r c ~l a k u ~(F .

DURILLO 1995:166, Fit; 3).

Segontia2'. El topónirno Segoritin es inuy

frecuente en la Península Ibérica y desde el

punto de vista meramente fonético, la ideiitificación

Segontia>Sigüenza parece segura,

pero que esta Segorlliu sea la que las fuentes

adjudican a los arévacos es discutible (J.

GÓMEZ-PANTOJA 1992:ll8-l22). Lope

rráez, basándose en la semejanza fonética,

sitúa la Segorztia de los arévacos en la actual

Sigüenza (Guadalajara), siguiendv lu que

ya era una opinión extendida entre los eruditos

de la época (J. LOPERRAEZ 1788:21).

Esta opinión será la que prevalezca prácticamente

hasta nuestros díds, llegando

incluso a proponerse la identificación de

esta Segnnfin (Sigüenza) con la ceca que

emite moneda indígena con el letrero Sekotias

(J. UNTERMANN 1975:299-300, A77).

En la actualidad algunos autores localizan

la Segontia mencionada por las fuentes

como perteneciente a los arévacos en

Sigiienza (F. J. LOMAS 198897; A. TOVAR

! 98Q:?A5; M. S.A.LTP\JdS 1-91 :3?4; J. Y.

ABASCAL 1993:208).

Siguiendo la opinión expuesta ya desde

e! cig!e pasade, Ahlrca! mricidera Y u- e!

oppzdunz arévaco asediado por Catón en el

195 a. C. debe localizarse en el cerro

T J ; l l ~ r , : " ; * 2 1,- A,. 1- - - & . . - l c:,.': ---- * iii'i v icI 'a, U Y R l l l UI: 1'1 L I C C U C L L c l l ~ L I C L L L i U ,

aunque reconoce que los hallazgos de esta

época son cscasos y en su mayor parte pro-

- - A - - L - - A - J.1 3 - /T x.,

LCUCIILC~u r I L U L I L I ~U~C I 31t;lu yaaduu \ J . IVI.

ABASCAL 1982:50; IDEM 1986:216; VV.

AA. 1993:208). Sin embarzo, frente a esta

contrarias que, bien a partir de la información

arqueológica (N. MORERE 1983:53),

bien n través de un antíiisis sistemático de

la información de las fuentes escritas (A.

CAPALVO 1996:71), han descartado la

identificación dei oppidurn arévaco mencionado

por Plinio con la actual Sigüenza.

Segouia". La identificación de la Segouia

de los arevacos con la Segovia actual arranca

va desde el siglo XVII. Loperráez considera

segura la localización de la Segovia

arévaca en la actual hegovid, aunque como

él inisiiio señala "no faltan inconvenientes"

(J. LOPERRÁEZ 1788:263). Además, el yroyio

Loperráez advierte que Florián de

Ocanlyo sitúa esta ciudad arévaca en

Segoviela, al norte de Garray, aunque a su

juicio esta identificación tiene "la misma

dificultad para poderle acomodar los grados

de longitud; a la que se aumenta la

prccisión de tener que idrnitir dos ciudades

de un mismo nombre en esta región"

(J. LOPERRÁEZ 1788:265). Scl-iulten consideró

que Segovia debía situarse entre los

vacceos, basándose fuiidamentaln~entee n

su posiciún geográfica y el pasaje de Liviu

(periocli. 91) en el que Sertorio envía a su

prefecto de caballería Segouium et in uuccueorum

gerztern (A. SCHULTEN 1914:134).

Para Bosch Gimpera, si bien la ciudad estaría

ubicada en el límite entre el terriorio de

los vacceos y el de los arévacos, no cabe

duda de que Segovia pertenece a estos últimos,

opinión que sigue también Taracena

Los núcleos de población de las comunidades indígenas del Alto Duero ... 77

(P. BOSCH CIMPERA 1932:553, B. TARACENA

1954:lYY). Para Wattenberg, Segovia

es arévaca, aunque la sitúa en el mismo

límite fronterizo de los oacceos (F. WATTENBERG

1960:154). En la actualidad algunos

autores siguen dando por válida la

localización de la Segovia arévaca en la

Segovia actual (A. TOVAR 1989:348; M.

SALINAS 1991:214-213; J. M. ABASCAL

1993:208), mientras que otros prefieren

considerar su localización indeterminada

(F. J. LOMAS 1988:87).

Termes?'. Desde el siglo XVI está atestiguada

la localización de la ciudad dr

Termes en el cerro de la Virgen del Castro,

junto a la antigua ermita de Nuestra Señora

de Tiermes. La antigua ciudad de Tiermes,

situada al norte de la Sierra de la Pela, estuvo

emplazada sobre una plataforma rocosa

~lipsoidala, una altura media de 1.200 m. y

en la divisoria de las aguas de las cuencas

hidrográficas del Duero y Tajo, un punto

esty~tégicny d~ionci~vcco! r.struiUu a! a-Y-'- -" -

vecliar la topografía escarpada del terreno.

El anónimo de Rávena cita una mnnsio después

de Uxnma y Clunia cuyo nombre,

Turbes, se ha considerado una corrupción

del nombre de Termes (C. MULLER

1916:155), aunque otros autores cierii q u e

debe identificarse con Tucrís (A. TOVAR

1989:359). En la actualidad la opinión más

cox,- ArL L:-- 2 - m L ~ C L L U C a C U I ~ S ~ L ~ 1~ uIr ú~ eIb

(RAVENN. 311,6) como una errata del original

Termes (VV. AA. 1993:219). A nuestro

juicio esta idenliíicdcióri es válida como

hipótesis de trabajo, aunque convendría

someter a revisión el texto del anónimo de

R&vt.iid, yd que no sóio desconocemos con

seguridad la localización de esta Turbes

sino también la de la siguiente rnansio que

cita, Mancellus (J. M. KOLDÁN 1975:126).

Tucrís2< Algunos autores (C. MULLER

1883:174 a) han propuesto su identificación

con la ciudad de 'l'uttia mencionada en

algunos manuscritos de Floro (epit. 2,10,9),

que los editores tradicionalmente han

corregido por Clunia (A. TOVAR 1989:366).

Loperráez advierte que "dcl sitio de esta

ciudad nada se puede averiguar, por falta

de ruinas y memorias que lo manifiesten"

(J. LOPERRAEZ 1788:264), aunque ya en

aquella época era común la opinión entre

los eruditos de que la antigua Tucrís estuvo

emplazada en el cerro de Castro, al N. de

Las Cuevas de Soria. El propio Loperráez,

siguiendo a Lope de Morales, nos describe

con detalle los restos materiales que se

encuentran en el yacimiento: "armas y pertrechos

de guerra", "piedras lahracias de

bastante magnitud e incluso inscripciones

latinas (J. LOPERRÁEZ 1788:29-30). Unos

to y menciona que los materiales que se

observan en superficie son escasos (E. SAAVEDRA

1861:26), opinión que compartc

Taracena, para quien este yacimiento no

pasa de ser "un pequeño castro céltico,

donde el aflornmicnto de escasísimos tiestos

de barro celtibérico y terva sisillata sólo

indican ocupación temporal en tiempos

m& modernos" (8. TARACElljA 1941 b:39j.

Recientemente, Knapp ha planteado la

posibilidad dc que la ciudad de Tucrís mencionada

pul I'tolumeo (2,6,55) estuviera

localizada en Turégano, a 21 millas de

Segovia, basándose ello en la hipótetica

reconstrucción de un itinerario que, a su

juicio, subyacería bajo el texto ptolemaico

(R. C. KNAPP 1992:264).

Ltxama Wrgaeiaz'. La correcta ubicacion

de Uxama está fuera de toda duda desde

que Loperráez situara allí la ciudad arévaca

aportando, ademas, un detalllado estudio

del yacimiento, materiales arqueológicos,

inscripciones latinas, etc. (J. LOPERRÁEZ

i788:LYU-318). La obra de Loperráez es consultada

por los eruditos que con posterioridad

se ocupan del estudio del pasado

romano de la provincia soriana, como sucede

en In segunda mitad del siglo XIX con E.

Saavedra, estudioso del tramo Uxama-

Augustóbriga de la vía XXVII del Itinerario

de Antonino (E. SAAVEDRA 18619-11). En

el presente siglo N. Sentenach considera

que las ruinas del cerro de Castro corresponden

a la ciudad romana pero no a la cel78

Manuel E. 12amívcz Sánchez

tibérica e interpreta equivocadamente la

cita de Apiano (hisp 47) al considerar qiie

se menciona a una ciudad nueva, Axeilia,

que él localiza en Berlanga (Soria) por su

carácter estrathgice y ccmerci! (b!. $ENTENACH

1914:193). Identificada con la ceca

que emite monedas de bronce con la leyenda

c s c r i ~ r air ,&a -cnn dUcJdlcc ,

primera mitad del siglo I a. C. (J. UNTERMANN

1975279-280, A.62). Sin embargo, la

' 1 - ~ # ' ¡ : -- - ' < - 2. - - L . .:..J. J .-lL:l-L-:--

I ~ ~ I L L L I I C C L C I U IULT e 3 ~ dC L U U ~ UC ~ I L L W C L L CCU~ L I

la ceca que, por estas mismas fechas, acuña

bronces con el letrero indígena ~rs'urnus, es

bastante problemática (J. UNTERMANN

1975:290-291, A.72).

Voluce2? Los partidarios de la loc a 1i' zación

de Voluce en el lugar conocido como

"Fuentes de Avión", en Blacos (Soria),

intentan hacer derivar el nombre de esta

localidad del transmitido por el Itinerario,

Voluce>Blacos (A. BLÁZQUEZ, C.

SÁNCHEZ ALBORNOZ 1921:18).

Tradicionalmente han sido identificadas la

O U k h o u ~ ad e Ptolon~eoy la Voluc c del

Itinerario de Antonino, pero las discrepancias

se establecen al fijar un lugar concreto

donde situar esta ciudad. Se ha propuesto

su localización en varios lugares, como en

el cerro de los Castejones, situado a 1060 m

de altitud, 1 km al SO del pueblo de

Calatañazor (E. SAAVEDRA 1861:19; B.

TARACENA 1941 b:46; IDEM 1954:199, 246

n.15) o en Fuentes de Avión en Blacos (J.

LOPBRRÁEZ 1788:32-33; h . BLÁZQUEZ,

C. SÁNCHEZ ALBORNOZ 1921:18). En un

detallado estudio sobre la localización de

Volucc publicado hace varios años se ha

abordado la cuestión, aportando nueva

documentación arqueológica sobre el

pohlamientn romano del área de

C~lataiíazor y una estado de la cuestión

bibliográfica (J. GÓMEZ SANTA CRUZ

1991). A juicio de su autor, la rnnwsio recogida

en el Itinerario y mencionada por

Ptolomeo surge en época Julio/Claudia

como coiisecueiicia del auge que alcanza

esta zom debido al paso de la vía XXVII y

que debió ser un núcleu de escasa entidad

cuya localización puede situarse en algiino

de IOS yar imi~ntnrin manns r i P~pn ra imperial

conocidos en el área de Calatañazor (J.

GÓMEZ SANTA CRUZ 1991:13-14).

5.- Conclusiones

Respecto a las ciudades que las fuentes literr?

rizs r nmc i ~ r , zm~f re !VI P e ! ~ ~ Y e~ri ~ ~ s ,

diferentes épocas, se observa que, salvo el

caso de Augustobrigri, perfectamente identificada

ea ?düm de Agreda (!vcn!idac! quc

presenta evidencias de una ciudad hispanorromana

con abundantes restos arqueológicos

celtibéricvs pero, sobre todo, de Ppoca

romana imperial), las restantes ciudades

presentan numerosos problemas en cuanto

a su localización. En el caso de Srrzlio del~e

considerarse como una ciudad de incierta

localización, ya que la identificación con

Soria resulta imposible, al menos desde el

punto de vista arqueológico y con la información

que poseemos en la actualidad.

Respecto a Visorrfi~rmn os encontramos con

una situación parecida, aunque la existencia

de una vía romana secundaria y el

hallazgo de sendas inscripciones (incluímos

aquí la de Santervás de la Sierra), permiten

aventurar la hipotética existencia de una

ciudad romana bajo el pueblo actual de

Vinuesa o en sus inmediaciones. Así pues,

si la información de las fuentes literarias

sobre los pelendones es ya de por sí insignificante,

no deja de ser desalentador que la

localización geográfica de estas ciudades (a

excepción de Airgusfohriga) sea en la actualidad

tan incierta como lo era ya en tiempos

de J. Loperráez (Figura 1).

Llegados a este punto conviene plantear

la siguiente cuestión. Si se mantiene la asociación

entre cultura castreña y pelendones

propuesta en su día por Blas Taracena,

¿Qué evidencias arqueólogicas tenemos en

la actualidad para afirmar que tanto en

Vinuesa, como en Soria o la propia localidad

de Muro de Ágreda estuvieron localizadas

las ciudades de Vicontium, Saiuia y

Augustobriga mencionadas en las fuentes

literarias? ¿Tenemos alguna evidencia, por

Los núcleos de población de las comunidades indígenas del Alto Duero ... 79

mínima que sea, que permita suponer la

existencia de algún poblado encuadrable

dentro de lo que se conoce como "cultura

castreña soriana" en las cercanías de estas

poblaciones actuales? La respuesta es bien

sencilla: carecemos de cualquier indicio que

permita suponer la existencia de algún

yacimiento encuadrable dentro de la llamada

"cultura castreña" tanto en el lugar

conocido como "Balcón de Pilatos" en

Vinuesa, como en el cerro del Castillo en

Soria o en el propio pueblo de Muro de

&reda. Los restos cerárnicos hallados en

estos lugares son ya claramente celtibéricos

por lo que, de aceptarse la reducción cultura

castreña = pelendones, nos encontramos

con que ni siquiera la identificación de la

Augustohrign de los pelendones con Muro

de Ágreda es segiira ya que, pese a las evidencias

epigráficas y al hecho de que esté

plenamente identificado el tramo de vía

romana nL-i1--0 u& i m b c ph!.acienrs, C ~ T C

cemos de los restos arqueulógicos que permitan

plantear la hipótesis de que en las

inmediaciones de la actual población de

Muro de Agreda existió algún asentamien-

Lo humano en la 1 Edad del Hierro.

Convicne destacar aquí el reciente esludio

de 12. Ocejo sobre la situación geográfica de

los pelendones a través de los datos que

süixinistrii Ciñüdiu F'iui~~iiieue ii b u

Geopralzrke hyphegesis. Contrario a las tesis

tradicionales que, con argumentos diversos

y en la mayoría de los casvs contradictorios,

han localizado a los pelendones en la serranía

de Soria, Ocejo ha propuesto situar a los

peiei-iduiies íuera ciei ámbito soriano, concretamentente

en el territorio burgalés, en

el área montañosa que va desde la mitad

superior de la cuenca del Arlanza hasta la

línea del Arlanzón y la Sierra de la

Demanda (A. OCEJO 1995:492-493).

En lo que se refiere a las ciudades que

las fuentes literarias mencionan entre los

arévacos, la proporción de localizaciones

seguras es mayor (Contrebia Leucade,

Clunia, Numantia, Segortia Lanca, Segovia,

Termes y Uxama) aunque la cifra total de

ciudades de localización incierta es muy

elevada, nueve de un total de diecisiete

(Belgeda, Colenda, Confloenta, Lagni,

Lutia, Malia, Nova Augusta, Tucrís y

Véluce) (Figura 1). El caso de Segontia, tradicionalmente

identificada con Sigüenza

(Guadalajara) es problemático. Desde el

punto de vista lingüístico la reducción

Segontia > Sigüenza es segura, pero la

arqueología y la onomástica indígena de la

zona no apoyan esta localización. Si nos

apoyamos en la noticia que nos transmiten

las fiimtes CIP que " $ ~ c n ? ? ?eil~ V x n ~ nq,m e

nonzinn crebro aliis i n locis usurpantur"

(PLIN. tzat. 3,4,27), creemos que puede ser

considerada como válida la hipótcsis de

que la Segontia de la que deriva el nombre

de la actual Sigüenza no es la Segontia de

los arévacos y quc ésta probablemente esté

localizada en otro lugar.

Si problemática es la localización de

determinadas ciudadcs iiic~iciuriacias en

las fuentes, por no decir imposible a la luz

de la escasa información arqueológica de

que disyoiierrios sobre el poblamiento celtibérico

en el alto Duero, no menos desalentador

se presenta cualquier intento por

localizar en un emplazamiento aproximado

determinadas cecas que los numísmatas

sitúan en la Celfiberia occidc~ztal. Un buen

ejempio de eiio lo tenemos en la ceca de

a r e k o í a t a s , que tradicionalmente se ha

identificado con la localidad soriana de

Ágreda, por simple homofonía. Personalmente

consideramos que esta identificación

debe tomarse con gran reserva, a

tenor de la información lingüística -a la

que recientemente se ha unido la tésera de

Arekornta estudiada por F. Burillo- y arqueológica

-inexistencia de un poblado celtibérico

en la zona- de que disponemos en la

actualidad. Conviene destacar, una vez

más, que a la espera de que se conozcan

mayores datos sobre el poblamiento de

época prerromana en esta zona de la actual

provincia de Soria cualquier afirmación

tajante en uno u otro sentido, debe considerarse

con suma cautela.

82 Manuel E. Ramírpz Sánch~z

OUrvcrsdal <le Las Panias do (,re, Canara i t o e c a Unuestsrs Memma D g a l e Caniris 2015

Creemos que este tipo de reducciones

de las ciudades mencionadas en las fuentes

literarias o de las cecas, presuntamente

localizadas en la zona, con determinados

yacimientos más o menos relevantes,

demuestran cuán escaso es el camino recorrido

desde que los eruditos locales del

XVIII y XIX estudiaran la Historia local y

las raíces primitivas de las villas y pagos de

la provincia. Sólo si partimos de la certeza

de que aún queda mucho por estudiar

sobre el poblamientv prerromano de esta

extensa área geográfica podremos hacer

avanzar la investigación en los próximos

años. En este sentido, conviene tener presente

que la documentación arqueológica

no aporta ninguna prueba fehaciente sobre

las controvertidas identificaciones de Sauia-

Soria, Visontium-Vinuesa y Augustobriga-

Muro de Ágreda. En igual situación nos

encontramos al intentar la localización de

Belgeda, Confloenta o Tucuís, por citar algunos

ejemplos. en el "territorio de los arévacos".

Consideramos que únicamente a través

de la prospección extensiva del amplio

territorio en el que las fuentes literarias

sitúan a los arévacos y pelendones permitirií

avanzar la investigación. Conviene recordar

que en la actualidad están en ciirso -

NOTAS

1 En el presente artículo recogemos varios

apartados de uno de los capítulos de nuestra

Memoria de Licenciatura inédita que, con el

título Las ~omunidiz~lirnsd Ígenus del Alto Duero

en +oca prerromana. Estudio de su organización

social y distribución territorial a través de las

fucntes escritas, fue defendida en la Facultad

de Geografía e Historia de la Universidad de

Las Palmas de Gran Canaria en febrero de

1995. Evidentemente, el tiempo transcurrido

desde esta fecha hasta el momento de

entregar el presente artículo para su

publicación, en diciembre de 1997, nos ha

obligado a actualizar algunos datos, aunque

ello no ha afectado a las conclusiones que en

su momento defendimos. Agradezco a los

catorce proyectos de prospección, centrados

en otras tantas zonas naturales, que

revisarán la Carta Arqueológ~ca de Soria

publicada por Taracena en 1941, de los cuales

han sido publicados cuatro volúmenes

desde 1985.

No decimos nada nuevo si advertimos

de los graves inconvenientes que plantea

cualquier intento por fijar los límites territoriales

d e las comunidades indíg- enas en

época prerromana. A l o máximo que

podemos pretender es a delimitar una

serie de fronteras naturales que, hipotéticamente,

debieron suponer un cierto obstáculo

en las comunicaciones, pero nada

permite asegurar que estas fronteras naturales

fueran consideradas por los arévacos,

belos, vacceos, etc. como fronteras

políticas. En cualquier caso advertimos,

una vez más, del evidente anacronismo y

de los problemas que trae consigo cualquier

intento por retrotraer la información

de las fuentes clásicas sobre el "territorio

pelendón" o "arévaco", en su

mayoría escritas en el siglo 11 d. C., a un

marco cronológico cuatro o cinco siglos

anterior.

Las Palmas de Gran Canaria, enero de 1998

profesores J. A. Bachiller, F. Burillo y M".

González las sugerencias y críticas realizadas

tras leer el manuscrito. Aunque a ellos debo

la mayoría de los aciertos que contiene este

artículo, los errores únicamente son

imputables a mi persona.

Los nombres de autores y obras griegas se

citan según el uso del Grrrk-Eriglish Lexicori

de H. G. Liddell y R. A. Scott (Oxford 1940,

repr. 1983). Los autores y obras latinas sc

citan según el Thesau~usli ngune lntinnr Trlrlrv

librorttm (Leipzig, 1990), con excepción del

Itinerario de Antonino, que aparece

abreviadu como ITIN. ANT. En todas las

citas se emplea la numeración arábiga.

Respecto a los nombres de revistas

Los núcleos de población de las con~unidadeisn dígenas del Alto Duero ... 03

científicas, se citan según las abreviaturas de

L'rirztzh iiziiuiogique.

Sobre e1 proceso de definición del mapa

geográfico y, posteriormente políticoadministrativo,

de la Península Ibérica y el

progresivo conocimiento del territorio y los

habitantes de Celtiberia por los escritores

griegos y latinos, véase la excelente síntesis

de Pilar Ciprés, donde analiza la creación de

la unidad geo-etnográfica de Celtiberia y los

celtíberos en el contexto del pensamiento

gecigráficu antiguo y r r i rl dt. Id p ~ i ~ g t . s ~ v d

dominación romana del territorio de

IIispania (P. CIPRÉ1S9 93).

Nn obstante, conviene tener pesenti ~ U P

estas supuestas "equivocaciones", por

llamarlas de alguna forma, quiz6 no sean

tales, sino un fiel reflejo de los cambios

producidos en el conocimiento que los

geógrafos e historiadores antiguos tienen del

territorio y de los núcleos de población

indígenas dei inrerior yeninsuiar. En este

qentido, conviene recordar las variaciones

que encontramos en el propio Estrabón sobre

el concepto geogrifico de Lusitnnia o del

término lusitanos. Coino ha explicado PIL.AR

CIFRESa,u nque pudiera parecer que estas

variaciones sean fruto dc "la ligereza, la

imprecisión o la ambigüedad con la que, por

desconocimiento, los escritores antiguos han

utilizado este término, según ha valorado la

historiografia moderna en distintas

ocasiones" no puede desdeñarse que, en

realidad, "esta diferente aplicaci611 pueda

deberse a LE;> e~tensiáne n la iiti!inacih del

término para designar a un conjunto de

pueblos más amplio, que represcntc una

realidad histórica vinculada con la

conquisla" (P. CIPRÉS19 93.273).

En este sentido, conviene deqtacar aquí la

delimitación de cuatro niveles de

irir iiuiiaiiddii Út. id Crliibwid yiupuesia yui

F. Burillo: a) un primer nivel, que coincidiría

con la región geográfica en la que las fuentes

literarias sitúan a los celtíheros; h) un

segundo nivel, que vendría dado por las

referencias, directas o indirectas, de

determinados autores grecolatinos a la

existencia de una Crltibcria citerior y una

ulterior; c) un tercer nivel, que serían 111s

populi mencionados en las fuentes literarias;

y d), un cuarto y último nivel, que

correspondería a la ciudades ( p l e i s o

ciititates) que surgen en una época más tardía

(F. BURILL1O9 91:22-24). Sobre la localización

Úr id CdiiÚcrirr ulieriür, v&sc :LI i-ecieiitc kcsk

defendida por Álvaro Capalvo acerca de su

localización en la Hispani~ui lterior, y no en las

tierras del Alto Duero, como se venía

defendiendo desde los trabajos de A.

Schulten (Á. CAPALV1O9 93; IDEM 1995:107-

116), aunque conviene señalar que P. Cipr6s

no comparte esta tesis de Capalvo y propone

interpretar dc diferente forma el problcma

(P.C IPIIÉS1 993:282-283).

Sobre este particular remitimos a las

comunicaciones presentadas por A. Capalvo

y M. V. García Quintela en el 111 Simposio

snhrp Ins wltíhprn~ celrhrarln m Darora en

1991, donde se abordó, desde perspectivas

diferentes, la pertinencia o no de la

traducción tradicionalmente aceptada, que

se apoya en la edición de Casaubon (A.

CAPALV1O9 95; M. V. G A R C ~QAU IYTELA

-19 95). 4 ci principdi probierria yue preseriid id

numismática celtibérica se centra en la

cuestión cronológica y en las causas del

inicio de la amoncdnci8n, ya que

desconocemos aún en qué fecha y por qué

ra7ón determinadas ciudades indígenas

comienzan a acuñar moneda siguiendo los

patrones romanos, mientras que otras jamis

llegan a emitir moneda (J. UNTERMANN

1975161; F. BELTRÁ1N9 86; M. TARRADE1L98L6 ;

M- P. GAKC~A-BLLL19I9U3O; L . VILLAIWNLA

1994).

PTOL. geog. 2,6,53: A6youo~Ó~piy1aT; IN.

ANT. 442,3: A;;gustvY;iga; RA'XNN. 31?,2:

Auguslabtica.

PTOL geog. 2,6,53: Iaouía.

PTOL. XLWX 2,6,53: OÚitrÓv~iov.

Burillo ha propuesto localizar la ceca

aíekotatns en el Sistema Ibérico, en el

territorio " ~ r i s n t a dh~ac ia o! ~ra!!o do! %re,

más al NO de tuíiasu" (F. BURILL1O9 95174,

n.68) Sin embargo, conviene señalar que. en

opinión de este autor, no es seguro que la

ceca níekoínrns pueda identificarse con los

arévacos y propone relacionarla con una

e t ~ i at c davía doterm1n3r: I ~ ~ V Z C I E ,

pelendones, berones, o incluso lusoiies u otra

desconocida.

D. S. 31, 39: ,"tup& B~~É8 c xA;P P. hisp. 100:

B~ h y ~ $ qxó hsi; OROS. hict. 5,23,11: Belgidn.

APP. Iiisp. 99-100: Kohivbav.

13 PTOI,. grog. 2,6,55: Kop@hoÉvra.

1.1 LIV. 91,12-14: Confrehin?n, quoe Lrttcndn

nppellatirr; VELL. 2,5,2: urbem Coi~trebiam;

VAL. MAX. 2,7,10; 7,4,5: Contrebiam; AMPEL.

18,14: Contrebiam inexpugnabileni Hispaniae

ciuiluterri; FLOR. epit. 1,33,10: Coritrebiurn;

VIL. 111. 61,4: Contrebiarn oppidzrni.

15 PLIN. mi. 3,27: Cluriia Celtil~eriaef inis; PLLJT.

galb. 6: Khouvíctv, " I ( i q p i ~ f i av óhi v ; SUET.

plb. 9,5: Cluiiiac; PTOL. gcog. 2,6,55: Khovvía

~ o h w v í aD; . C . 39,54,2: Kh o u v í a v : ITIN.

ANT. 441,l: Cluniizrn; LIV. perioch. 92: Clirnine;

EXVP. 8: Cluniani; RAVENN. 311,5: Glunin;

NOT. tir. 88,22: Cluizia

16 D. S. 33,17,1-3: Accyví.

17 APP. &p. 94: A o c ~ í ubE nóhiT.

18 En comunicacicin epistolar, F. Burillo me

advierte que, en su opinión, podría

defenderse la existencia de dos ciudades

diferentes: por una parte, la Lutia de las

fuentes literarias, que se correspondería con

lt~tinkos;p or otra parte, la Lutmca que F.

VILLARid entifica en el bronce de Luzaga, y

que se correspondería con el yacimiento

situado sobre El Castejón de Luzaga.

19 APP. hisp. 77: MahiaT.

20 PLIN. nnt. 3.27: Noitn Airgxsta; I"1'OL. yeog.

2,6,55: Noova Avyo6ma

21 CIC. cueciri. 98: Nurrinnlirii; CIC. h r . rcsp. 43:

foedus Ni~rnant~nirCs;I C. briit. 103: Numnntirii

foedevis; CIC. fin. 2,54: in foedere numantino;

CIC. o/{ 1,35.76: Nuruu~rliu;C IC. cff. 3,109:

Nunu~ntiriis;S ALL. 1118. 8,2:; 10,2: Nirrnantin;

20,l; 101,h: hTitrnantinm; RHET. her. 4,13,19:

Scipiu Nurnuntiriam sustulit; HOR. carrri.

2,12,1: Numnritin; IJKOIJ: 4,11,30: Nurnnnfini;

- -. - LIL'. kg. i,36; ÜV. fast i,5Yb: ilíurtiarilin; U. 5.

33,1b, 1-2: Nopnvrívoí; 32,4,5; 31,26,3; STR.

3,4,12; 3,4,13: No y a d a ; o-No y a v ~ i v o i ;

MELA 2,88: Numanlin; PLIN. rial. 3,26:

Celt~bertiin[ ...1 Nurnnntini; 4,112: Uurluc [.../ ef

iicxta Nuiriaiztiairr lapsus; SEN. dial. 2,6,8;

1 1 1 7. 1 1 1 7 . hl.iurn.^l;nn. X r C T T 7 A 9. .-:unn

d , l L , , , I ,,l,L. , " l n , , l l l , , , , M < , " , , Y I , . L,T,L_ I L I I L I

Numaiztiam; FRONTIN. ctrat. 2,8,7; 3,17,9;

4,1,1: 7,27: Nurnuritiir; 3,17,9; 4,5,23:

N~tmnnt ini ;Q VINT. inst. 8,6,30: Nirmnntioe;

3,8,3; 7,4,12: Nurriar~tini; PLUT. 8,9:

'lopavríav; 13,l; 7,7; 21,l; C. G. 15,4; 22,4;

mar. 3,2; 13.2; luc. 38,4; IVV 8,ll: Ntrmantiiri;

FLOR0 epit. 1,5,9; 33.1; 34.1; 47.3: Nurriuiitiu;

APP. hisp. 46: N o ~ a v r í a4;9 ; 50; 76; 77; 78; 80;

83; 84; 87; 89; 90; 93; 94; 95; 98; PTOL. grog. 2,

6, 56. N o v p a v r í a ; ITIN. ANT. 442,3

Ntrninntia; VIL. ill. 58,6; S9,l: Ntrniantiani;

59,l-4: Nirniantirii; EVTR. 4,17,2: nd

Numantiam; 10,17,2: Nurnantiain; LIV. perioch.

54: Nurriarilirii; OROS. hist. 5,4,20: apud

Nilmantmm; 5,7,1-2: Nilmantia mtem rite~ioris

IIispaniae f...] in capite Gallaeciae sita, ultima

Celtiberoritm fuit; 5,7,10: Numantia autem in

ttlmulo sita haiid procul a flumine Durio tria

miliu pussuum urnbifu rnicri timplexubtitur; ST.

BYZ. Y o p a v ~ í nrr 6hii'Tl)qpiac; RAVENN.

311,3: Nurnaninm.

22 STR. 3,4,12: Ls p y o u v~i a v ;P TOL. geoy. 2,6,.55:

Zcpyopria A á y ~ a .

23 PLIN. tiat. 3,27: Arevacis l...] Secoritia; PLU.

sert. 21,l: Z e y o u v r í v o v ; APP. h. c. 110:

i ~ y o va~v ;í iTíiú. ANT. 436, s ; 43b,i2:

Segontia; RAVENN. 309,18: Seguntia.

24 LIV. pevioch. 91: Segouiilm; IJLIN. nat. 3,27:

Segouia; FRONTIN. strnf. 4,5,22: Scgouiei~scs;

FLOR. t7pit. 2,10,7: Srgouiam; PTOL. geog.

2,6,55: Z ~ y o u o c í aI;T IN. ANT. 435,5: Scgouia.

25 SALL. hist. frg. 2,93: Termestinori~ni ngros; D.

S. 33,16: l ' epy~c soioiP; LIN. nat. 3,27: Termes;

TAC. am. 4,45,1: nafionis Teriilestinae; FLOR.

e p t . 2,10,9: Tt~rmes:A PP. hisp. 76: T e ~ ~ s v n a v :

77: Tcpycvría; 99: T~p,ur lobvy eyáhqv nóhiv;

i'TOL. geog. 2,6,55: TÉppeC; LIV. perioch. 54:

Termestinos; RAVEZTN. 31 1,6: Tirrbes.

26 17TOL. geog. 2,6,35: i ' o u ~ p í c .

27 PLIN. nat. 3,27: Arczincis l...] Vsaina; SIL.

3,384: Snrmntim ... Uvnrna muros; FLOR. rpit.

2,10,9: Atixtime; IJTOL. grog. 2,6,55:

OStapa'Apyaiha; APP. hisp. 47: ' A t ~ í v i o v

aóhiv; ITIN. ANT. 441,l: Llnsannm; EXVP. 8:

A u x ~ ~ i ~ i n iGe nR;G C. irist. 5,23,i4: üxanza;

RAVENN. 31 1,4: Uxarnn.

28 PTOL. p g . 2,56,55: O v k h o u ~ aI;T IN. ANT.

442,l: Voluce.

29 Las menciones correspondientes a las fuentes

literarias mds importantes aparecen

ord.etladas c r ~ n ~ ! 6 g i c a r n t n t tC. e i r . ~e s

sabido, el autor más antiguo de cuantos

aparecen recogidos en este cuadro es Diodoro

Sícitln, q i i ~rq crihiií qi i Rihlir~flr~Irki~t nrikre~n

el s. 1 a. C. Por su parte, Estrabón, Livio y

Veleyo Pat6rculo escribieron siis respectixras

obras en torno al cambio de era, mientras que

Plinio el Viejo, Valerio Máximo y Silio Itálico

lo hicieron en el siglo 1 d. C En el siglo

Los núcleos de población de las comunidades indígenas del Alto Duero ...

siguiente desarrollaron su producción cscritn itinerarios, convicnc recordar que el

autores como Apiano, Ptolomeo y Floro. ltinerarium Aiztonianum se suele datar en los

Entre el siglo 11 y 111 hizo lo propio Dión años finales del siglo 111, aunque algunos

Cassin. Pnr último, el historiadnr hispano autores proponen una cronología más tardía,

Paulo Orosio escribió su Historiarum nduersus mientras que el Rauennate se cree que fue

paganos en el siglo V. Respecto a los redactado en el siglo VII.

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ADDENDA

Estando en prensa este artículo ha salido

a La luz el esyriñdü libro dc T. "UTUTRILLG

titulado Los c ~ l t í b e r o s E t n i a s y estados

(Barcelona, 1998) que, a buen seguro,

marcará u n hito en la ya dilatada bibliografía

que existe en nuestro país sobre

este apasionante campo de estudio que

dgiuiind ius iriierescs Ut: iiisiuiiaduics,

arqueOlogos y lingüistas. Insertar las

--,a:L:---:,.-,." -- -l-....-,- AIIIVUIIILUCIVILCO

i i r c r z a i i a a rii a i ñ u i i u a uc

nuestras afirmaciones y matizar algunas

frases nos llevaría, prácticamente, a la

redacción d e un nuevo artículo. en su

lugar hemos preferido dejarlo tal y como

fue entregado para su definitiva publicat.

i-, de 1998.