HERRERO FÁBREGAT, Clemente: La geografía militar en España (1819-1936): una ciencia

aplicada. Grupo Editorial Universitario, Madrid, 2002, 207 p. ISBN: 84-8491-156-X.

La Geografía Militar en España (1819-1936), libro editado y distribuido por el Grupo Editorial

Universitario (Madrid, 2002), es el último de los doce libros que lleva ya publicados

el profesor Clemente Herrero Fábregat, reconocido geógrafo de la Universidad Autónoma

de Madrid y en cuya trayectoria ha sobresalido por sus excelentes trabajos sobre

la didáctica de la Geografía. Se trata de una obra extensa y compleja que ocupa 207 páginas

y que se estructura en tres capítulos. El primero lo dedica a la Geografía Militar española

(1819-1936): Una ciencia aplicada. En él se destaca que es una materia hasta cierto

punto desconocida hoy en día dentro del panorama geográfico español, aspecto este en

el que se acierta plenamente si se repasa el ISBN.

El autor enfatiza en varios apartados cómo a menudo se confunde la Geografía Política,

Colonial y Estratégica con la propiamente dicha Geografía Militar, probablemente a

causa de las íntimas relaciones que tradicionalmente han existido entre todas ellas. Así

mismo justifica el acotamiento del período estudiado a los 117 años de duración, comprendidos

entre 1819 y 1936, en el sentido de que es precisamente a partir de los comienzos

del siglo XIX cuando emerge una genuina visión de España desde la vertiente

de la Geografía Militar; pero esta vez con una mayor personalidad y profundidad como

se deduce, entre otros diversos aspectos, por la vasta producción de obras y escritos relacionados

con esta temática. Piénsese que sólo entre los años 1820 y 1900 se editaron en

nuestro país nada menos que unas 45 publicaciones con temáticas vinculadas específicamente

con la Geografía Militar en donde destacaron autores como A. Arenal, L. Barrios

y Carrión, F. Botella de Hornos, M. Castaños y Montijano, F. Coello y Quesada, J. Díaz

de Villegas Bustamante, J. Gómez de Arteche y Moro, A. Sanjuán Cañete, J. Sánchez Cisneros,

L. Villanueva López-Moreno, F. De Francisco Díaz o F. Villamartín.

En esta primera parte indica su autor los objetivos generales del trabajo que se pueden

resumir en tres: 1) Definir los perfiles de la Geografía Militar, analizando sus características

y distinguiéndolas de la Geopolítica, con la que puede tener algún tipo de relación,

o con la Geografía Colonial, tan cultivada durante los siglos XVIII y XIX a impulsos

del auge imperialista. 2) Examinar las tácticas y estrategias militares que buscan

apoyo geográfico. Y 3) Destacar la influencia del medio geográfico en las operaciones militares,

evaluación militar de la potencialidad de un territorio y los reconocimientos geográficos

de carácter específicamente militar. Algo que queda suficientemente esclarecido

es el carácter ambientalista que caracterizó durante mucho tiempo a la Geografía Militar

española fruto sin duda de la influencia positivista de la época al menos en su

concepción de las relaciones entre el hombre y el medio. El profesor Herrero demuestra

que sólo entre 1939 y 1942 hubo influencia en el pensamiento geográfico militar español

de la geopolítica alemana plasmada en el planteamiento expansionista hacia el Norte de

África. En cualquier caso, la Geografía Militar española tiene el mérito del haber hecho

ciencia en un momento en que la Geografía no estaba aún institucionalizada en la Universidad.

Pese a lo cual los autores españoles, militares en su mayoría, tuvieron a gala el

haber conocido y adaptado las aportaciones de geógrafos de reconocido prestigio como

Vidal La Blache, Brunhes, Ratzel o Martonne. Como también estuvieron al corriente de

VEGUETA, Número 7, 2003 – ISSN: 1133-598X 343

las doctrinas europeas sobre la guerra y las tácticas militares de R. Kjellén, Spengler, K.

Haushofer, W. Scheibe, Von Bulow o Clausewitz. Aspectos estos últimos nada sorprendentes

dado el subido nivel intelectual vigente en la cúpula del ejército; pero mayor importancia

tiene todavía el hecho de que se trata de una geografía científica y aplicada, realizada

fuera de los ámbitos universitarios, toda vez que la geografía universitaria en España

empieza realmente a producir sus primeros estudios a partir de 1945.

El capítulo segundo lo titula el profesor Herrero La defensa de España peninsular tomando

como base libros, documentos, impresos, manuscritos y mapas militares españoles

para pasar a estudiar los llamados teatros de operaciones concretos que se pueden

dar en la vieja piel de toro: Los Pirineos, La Meseta, El Bajo Aragón, Valencia y Murcia, Andalucía,

El Norte y la frontera hispano-portuguesa. La doctrina militar entonces vigente

propendía a considerar más los riesgos derivados de potenciales conflictos interiores así

como los posibles intentos de invasión de La Península por el Norte, motivos por los que

se descartaba cualquier ataque que viniera desde el Sur. Los archipiélagos y los restos coloniales

de España en Filipinas, Cuba, Puerto Rico, Noroeste de África y Golfo de Guinea,

apenas cuentan a efectos operativos en esta obra por razones documentales obvias

(por su tremenda escasez), como también quedaron exentas de la misma la consideración

de la estrategia naval y lo referido al espacio aéreo.

La Geografía Militar se presenta por los propios teóricos de entonces, militares profesionales

en su mayoría, como una rama de la Geografía General aplicada a la guerra.

La concepción más arraigada durante todo el siglo XIX y buena parte del XX se centra

en la prevalencia doctrinal consistente en la consideración de la tierra como teatro de la

guerra. El conocimiento del medio es el mejor aliado para alcanzar la victoria. Es en ese

contexto en el que la Geografía Militar aparece como la ciencia que estudia la conformación

de la superficie terrestre para poder aplicar sus conocimientos a las grandes operaciones

militares (Barrrios, 1884).

Nos ha llamado poderosamente la atención el apartado dedicado al análisis de la producción

del Depósito de la Guerra, creado como organismo público en 1838, bajo cuyos

auspicios surgen los Mapas de Itinerario Militar (a escala 1:500.000 y 1:200.000) y el Mapa

Nacional (1:50.000) y su íntima relación con las concepciones estratégicas y tácticas

militares propias de su momento. Hasta su disolución en 1931 para su reconversión en

Servicio Geográfico del Ejército dejó una vasta e interesante producción científica de enorme

interés para la Geografía General. Además, todo el tercer y último capítulo (Análisis

de las fuentes documentales. Ejemplares manuscritos e impresos), que incluye comentarios y

exposición de diversos aspectos documentales, informes, bibliografía y autores, es de sumo

interés porque entre otros aspectos pone al descubierto el magnífico filón de materias

espaciales relacionadas con la defensa que son susceptibles de investigación desde

una perspectiva geográfica e histórica.

En definitiva, estamos ante una publicación, con ilustraciones abundantes y significativas,

que cumple con todos los requisitos científicos, prolijamente documentada, bien

escrita y que a nuestro juicio destila profundidad, orden, método, oficio y trabajo (mucho

trabajo), y que, por si fuera poco, tiene el valor añadido de ser un estudio verdaderamente

original, en muchos aspectos pionero, cuya lectura y consideración recomendamos

vivamente a todos los que aman las humanidades de forma general. Pero su lectura

puede ser ampliamente sugerente no sólo para nuestros colegas geógrafos, sino

también de cara a los alumnos de Tercer Ciclo, a los interesados en los asuntos de la defensa

y al conjunto de los historiadores.

Los isleños siempre hemos sido conscientes de que vivimos en un Archipiélago ex-

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puesto a toda suerte de riesgos y en donde los problemas de seguridad, de fortificación

y de defensa han estado ampliamente recogidos desde muy antiguo por diversos autores.

Pero, que sepamos nosotros, la bibliografía especializada sobre esta temática no es

precisamente abundante. Salvo la meritoria excepción del trabajo ya clásico de Leonardo

Torriani. Es oportuno recordar aquí mismo que Don Benito Pérez Galdós escribió y dibujó

sobre diferentes mapas anotaciones sobre la contienda militar que tuvo lugar en la

guerra hispano-francesa de la Independencia y que luego trasladaba a sus famosos episodios;

agregar así mismo que en fechas más recientes el Mando Económico de Canarias

(años cuarenta) y el Seminario Cívico-Militar (de finales de los años setenta) editaron distintas

revistas y libros sobre temáticas muy diversas, pero en las que escasea la literatura

estratégica y militar propiamente dichas. Sí es bien cierto reiteramos que la preocupación

por la defensa ha sido y es vital para la seguridad y supervivencia de las Islas, aunque

lamentablemente no se haya traducido en la publicación de trabajos específicos al

respecto.

Ramón Díaz Hernández

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