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ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 101

Marcadores Óseos de Actividad Física

en la Población Aborigen de Gáldar

(Siglos XI-XV d.n.e)1

Jonathan A. Santana Cabrera

Becario FPI. Grupo de investigación Tarha. Departamento de Ciencias Históricas

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Resumen

La división social del trabajo es uno

de los aspectos fundamentales que definen

las relaciones sociales de producción. El objetivo

de este trabajo de investigación es apreder

cómo se materializa de esta división social

del trabajo en la última fase del poblamiento

prehispánico de Gáldar. Con este fin se analizaron

los marcadores óseos de actividad física

en la extremidad superior de las series

esqueléticas de los cementerios de El Agujero

(n=41) y Juan Primo (n=9), ambos localizados

en Gáldar y datados por métodos radiocarbónicos

entre los siglos XI y XV d.n.e. Los marcadores

óseos de actividad física son reacciones

óseas que se originan como respuesta a

la actividad física y, por lo tanto, su análisis es

una herramienta válida para el estudio de los

patrones cotidianos de actividad laboral. Los

resultados obtenidos manifestaron desigualdades

estadísticamente significativas entre

ambas poblaciones, entre sexos y, en menor

grado, entre la lateralidad de las extremidades

y la edad. Estos datos ponen de relieve diferencias

en los patrones de actividad cotidianos

llevados a cabo por estas poblaciones. Estas

desigualdades en la expresión de los marcadores

de actividad sugieren diferencias entre

individuos en su posición dentro de la organización

del proceso productivo y, más concretamente,

de la división social del trabajo.

Palabras clave

Bioarqueología, División social del trabajo,

marcadores óseos de actividad física, Prehispánico,

Siglos XI-XV d.E., Islas Canarias.

Vegueta. Número 11. Año 2009 - 2010

Anuario de la Facultad de Geografía e Historia

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

ISSN 1133-598X. Páginas 101 a 122

Abstract

The social division of labor is one of

the key aspects that define the social relations

of production. The objective of this research

was to verify the existence of this social division

of labor during the final period of the pre-

Hispanic occupation of Gáldar. For this purpose

we have analyzed markers of physical

activity in the upper limb from skeletal series of

the cemeteries of El Agujero (No 41) and Juan

Primo (No 9), both located in Gáldar and dated

by radiocarbon methods between the 11th and

15th centuries AD. Skeletal markers of physical

activity are bone reactions which arise as

a response to physical activity, and therefore

its analysis is a valid tool for studying patterns

of daily physical activity. The results showed

statistically significant disparities between the

two populations, between sexes and, to a lesser

degree, between laterality of the limbs and

age. These data suggest differences in the

patterns of daily activities conducted by these

populations. These inequalities in the expression

of the markers of activity suggest differences

between individuals in their position inside

the organization of the productive process

and, more concretely, of the social division of

labour.

Key-words

Bioarchaeology, social division of labour, skeletal

markers of physical activity, pre-Hispanic,

10-15th AD Gran Canaria, Canary Islands.

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 102 1. Introducción

En el presente trabajo se aborda el análisis de los marcadores óseos de actividad física en la población aborigen de Gáldar durante los siglos XI y XV d.E. El material de estudio procede de las necrópolis de El Agujero y Juan Primo, ambas situadas en el noroeste de Gran Canaria y fechadas en el lapsus cronológico de los siglos XI y XV d.E. Estas dos poblaciones corresponden al mismo grupo étnico y representan dos tipos de prácticas funerarias aparentemente distintas que hacen suponer diferencias sociales entre ambos grupos.

Los marcadores óseos de actividad física son cambios en la arquitectura del hueso que se originan como respuesta a una actividad u ocupación prolongada en el tiempo (KENNEDY,1989; STIRLAND,1993; CAPASSO,1999). Son, por tanto, cambios que pueden ser analizados desde la perspectiva de la antropología del trabajo, pues reflejan los movimientos, posturas y esfuerzos realizados por las personas en el curso de sus actividades cotidianas.

La reconstrucción de los patrones biomecánicos documentados en las poblaciones arqueológicas ha permitido abrir nuevas vías de investigación en el análisis social de diversos contextos cronoculturales. Las cuestiones fundamentales que a lo largo de los años ha centrado el debate en esta disciplina han sido varias: la división social y sexual del trabajo, el impacto de las economías productoras, las diferencias intergrupales con modos de vida distintos, etc. (MERBS, 1983; DUTOUR, 1986; HAWKEY y MERBS, 1995; STEEN y LANE, 1998; ESHED et al., 2004; MOLNAR, 2006; etc.).

En síntesis, el estudio de marcadores de actividad en la prehistoria de Gran Canaria busca definir el papel de los agentes sociales en la organización del proceso productivo global a través del estudio de sus patrones de actividad, entendiendo que éstos son consecuencia directa de los procesos de trabajo que protagonizaron.

1.1. Consideraciones de partida

El trabajo que presentamos en este artículo se integra entre las líneas de investigación del grupo TARHA, perteneciente al Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. El objetivo fundamental de este equipo es la reconstrucción de las relaciones sociales de producción2 en la Prehistoria de Gran Canaria. Entendemos que la caracterización de estas relaciones es premisa básica para comprender la dinámica histórica de los antiguos canarios. Este grupo de investigación parte de una concepción materialista de la Historia, donde son “las condiciones materiales de la existencia las que propician la reproducción biológica y social de los seres humanos” (RODRÍGUEZ y MORALES, 2008). Desde esta perspectiva, son varias las líneas de investigación que abordan el estudio de los modos de vida prehispánicos (VELASCO y ALBERTO, 2005; MORALES MATEOS, 2006; RODRÍGUEZ et al., 2007; DELGADO, 2009).

La organización del proceso productivo en la prehistoria de Gran Canaria ha sido uno de los temas centrales del debate científico de los últimos años (JIMÉNEZ GONZÁLEZ, 1999; VELASCO, 1999; ONRUBIA, 2003; DELGADO, 2004; MORALES MATEOS, 2006; RODRÍGUEZ et al., 2006). Las aportaciones de este grupo y de otros investigadoFigura

1. Situación geográfica de la isla de Gran Canaria y la comarca costera de Gáldar.

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res/as han sugerido la existencia de un modelo

social fuertemente estratificado durante

este periodo, haciendo especial hincapié en

el carácter asimétrico y desigual de esta sociedad,

con rasgos proto-estatales. El estudio

de diferentes procesos de trabajo en los que

se ha observado división social del trabajo por

un lado, y un acceso desigual a los medios de

producción y a lo socialmente producido, refuerzan

esta hipótesis3.

La reconstrucción de las relaciones

sociales de producción en la prehistoria de

Gran Canaria precisa, en primer término, definir

las condiciones generales que regulan

la producción, forma de apropiación, distribución

y consumo de lo socialmente producido.

Desde esta perspectiva, el estudio de los

restos humanos plantea una línea de trabajo

privilegiada, puesto que estos restos fosilizan

las condiciones materiales de los individuos,

tanto como Fuerza de Trabajo, Medios de Producción,

Productos, y Consumidores de los

productos sociales. Este carácter transitivo es

el que hace posible entender a las mujeres y

hombres como ejes principales y vertebradores

de los procesos sociales. Así, conocer las pautas

que regulan la división social del trabajo y el

acceso a los productos sociales, permite aprehender

cuestiones fundamentales acerca de la

estratificación social y, en consecuencia, de las

condiciones materiales que caracterizaron a los

antiguos aborígenes de Gran Canaria.

La hipótesis que plantea la existencia

de división social del trabajo para la prehistoria

insular se ha fundamentado principalmente en

la información extraída de las fuentes etnohistóricas.

Sin embargo, en los últimos años la

arqueología ha comenzado a documentar este

aspecto de forma razonable (GALVÁN, 1980;

RODRÍGUEZ, 1997; MARTÍN et al., 2004;

RODRÍGUEZ y BARROSO, 2001; VELASCO

et al., 2001; MEDINA, 2001; DELGADO,

2004; RODRÍGUEZ et al., 2006; MORALES

MATEOS, 2006). Con todo, la valoración de la

división social del trabajo en Gran Canaria implica

numerosos problemas de interpretación.

Estos problemas derivan fundamentalmente

de la falta de estudios especializados en torno

a las actividades productivas, aunque, en

el estado actual de la investigación, varias son

las líneas de trabajo que vienen analizando diversos

procesos productivos (MARTÍN et al.,

2004; MORALES MATEOS, 2006; RODRÍ-

GUEZ et al., 2004 y 2006). Las aportaciones

de estos trabajos han abierto nuevas perspectivas

de análisis y explicación histórica, aunque

no han sido suficientes para conceptualizar

el proceso productivo global.

Siguiendo esta línea, los procesos de

trabajo especializados son uno de los mejores

indicadores arqueológicos para caracterizar

la organización del proceso productivo

(ACOSTA, 1999). En este sentido, los casos

más ilustrativos de procesos de trabajo especializados

en la prehistoria de Gran Canaria

son los grandes centros de producción de

materias primas líticas (MARTÍN et al., 2004;

RODRÍGUEZ et al., 2004). Estos lugares y los

procesos de trabajo que en ellos tuvieron lugar

implican la existencia de especialistas que invierten

su fuerza de trabajo en la creación de

bienes cuyo valor de cambio está regulado a

través del sistema redistributivo.

Los procesos de trabajo, tanto especializados

como no especializados, pueden

ser estudiados desde varias perspectivas de

análisis, entre ellas, a partir de la observación

del sistema esquelético de los agentes encargados

de materializar estos procesos. Las

diferencias existentes en los modelos biomecánicos

observados entre la población aborigen

puede ofrecernos nuevas claves para

comprender parte de la organización del proceso

productivo insular y, más concretamente,

sobre los procesos de trabajo especializados

y no especializados. Igualmente, permite profundizar

en aspectos básicos de las relaciones

sociales, como por ejemplo, la división sexual

del trabajo o la organización territorial de la

producción, cuestiones de gran calado que se

pretenden abordar desde esta línea de investigación4.

1.2. Objetivos

Este trabajo de investigación parte del

hecho contrastado de la existencia de división

social de trabajo en la Prehistoria de Gran Canaria.

En la actualidad, varias son las aportaciones

que documentan procesos de trabajo

especializado cuyos productos superan el

ámbito doméstico con el fin de satisfacer una

demanda basada preferentemente en su valor

de cambio. Estos procesos se caracterizan

por una organización más compleja del proceso

productivo, que implica entre otras cosas,

una mayor inversión de trabajo.

Igualmente, se han identificado auténticos

especialistas dedicados a la explotación

y/o manufactura de productos sociales concretos

(VELASCO et al., 2001; DELGADO,

2004). No obstante, la principal fuente de análisis

para defender la existencia generalizada

de división social de trabajo ha sido la información

etnohistórica. En este sentido, son varias

las referencias que hacen alusión al carácter

especializado de ciertas labores y la división

de tareas que esto implica (MORALES PADRÓN,

2008; ABREU GALINDO, 1977; etc.).

Sin embargo y como es sabido, la información

contenida en estas fuentes hace alusión esISSN

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Con el fin de dar los primeros pasos en esta línea de trabajo se ha seleccionado una serie poblacional limitada, procedente de un espacio concreto del territorio insular, e inserta en un marco cronológico específico. Con esta muestra poblacional se analizaron varias cuestiones que abordaron la división social del trabajo desde varias perspectivas:

• Comparar las series de El Agujero y Juan Primo con el propósito de ver si existían diferencias claras en sus patrones de actividad física.

• Observar las diferencias sexuales existentes inter-población e intra-población con el fin de valorar cuestiones relativas al género.

• Contrastar los datos obtenidos en el estudio de los marcadores de actividad con la información arqueológica de los yacimientos de El Agujero y Juan Primo y, así, poder determinar sí las diferencias observadas en las prácticas funerarias de ambos contextos pueden estar influenciadas por la división social del trabajo.

Para cumplir con estos objetivos se ha desarrollado una metodología de trabajo inédita para la prehistoria de Gran Canaria donde destaca la confección de un atlas visual y descriptivo de los cambios de robustez ocurridos en las entesis de húmero, cúbito y radio. Los datos obtenidos con esta metodología fueron analizados estadísticamente a través de cuatro categorías fundamentales que pudieran responder de forma efectiva a los objetivos propuestos. Estas categorías de análisis son: yacimiento, sexo, lateralidad y edad.

1.3. El Espacio y el tiempo de análisis

Gáldar ha sido considerada desde los inicios de la investigación arqueológica como uno de los centros poblacionales, económicos, sociales y políticos más importantes del periodo aborigen de Gran Canaria. Son cuantiosas las referencias etnohistóricas que recalcan el papel predominante que desempeñaba este núcleo como “capital” de una de las demarcaciones políticas en que se dividía la isla. Las manifestaciones arqueológicas también nos hablan de una comarca intensamente ocupada durante el periodo prehispánico, agrupando un considerable conjunto de yacimientos arqueológicos de diversa índole, donde destacan, entre otros, la Cueva Pintada y El Agujero (ONRUBIA, 2003).

La Gáldar prehispánica fue ocupada con total seguridad al menos desde el siglo VII hasta la disolución de la sociedad aborigen, una vez finalidazada la conquista, a finales del siglo XV5. No sabemos qué papel tuvo este lugar en los primeros momentos de su ocupación, pues las fuentes etnohistóricas no llegan más allá del siglo XIII y, los datos arqueológicos disponibles impiden por el momento profundizar en este sentido. No obstante, el periodo que más nos interesa es el comprendido entre los siglos XI y XV, etapa final del modo de vida prehispánico insular6 , pues esta fase coincide plenamente con la utilización de las necrópolis de El Agujero y Juan Primo, cementerios del grupo humano asentado en la costa de Gáldar.

Para estos momentos tenemos abundante información de carácter etnohistórico acerca de los modos de vida prehispánicos. Esas fuentes nos revelan, desde unas ópticas particulares, variados aspectos de la realidad aborigen, como su organización socio-política, su economía, sus hábitos culturales, sus prácticas mágico-religiosas, etc. Sumamente inteFigura

2. Situación geográfica de los yacimientos arqueológicos de El Agujero-La Guancha y Juan Primo.

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resante para nuestro estudio son los relatos

que describen la organización del trabajo y los

procesos técnicos de las labores cotidianas:

La manera de cultivar la tierra para su sementera

era juntar veinte y más canarios, cada uno

con una casporra de cinco o seis palmos, y

junto a la porra tenían un diente en que metían

un cuerno de cabra (ABREU, 1978:160), que

tostaban en unas cazuelas grandes de barro y

la molían en unos molinillos de mano, y esta

harina la llamaban gofio (ABREU, 1978:160).

Cabe destacar la mención expresa que se

hace de la existencia de “especialistas” entre

los miembros de esta sociedad, los canarios

tenían entre ellos oficiales de hacer casas

debajo y encima de la tierra, carpinteros (TORRIANI,

1977:112), tenían casa y oficiales que

las hacían de piedra seca (…) habían oficiales

de hacer esteras de hojas de palma y sogas

de juncos (…) y había pintores, que era oficio

de más de mujeres que de hombres” (ABREU,

1978:159). No obstante, estas fuentes informan

parcialmente de las actividades cotidianas que

llevaron a cabo los antiguos canarios y donde,

desgraciadamente, escasean valoraciones en

profundidad sobre estos procesos de trabajo,

tanto a escala técnica como social. A tal efecto,

resulta significativo la existencia de actividades

laborales especializadas ausentes en estos

relatos y que debieron tener una importancia

manifiesta para los antiguos canarios (RODRÍ-

GUEZ et al., 2005; RODRÍGUEZ et al., 2006).

2. Muestra de Estudio

La muestra seleccionada para este

estudio la componen dos series osteológicas

pertenecientes a los yacimientos de El Agujero

y Juan Primo. Son emplazamientos cercanos

en espacio y tiempo, separados por apenas

200 m y compartiendo el mismo umbral

cronológico (SANTANA, 2009).

2. 1. Necrópolis de El Agujero-La Guancha

El yacimiento arqueológico de El Agujero-

La Guancha se localiza en la costa noroeste

de la isla de Gran Canaria, en una zona

comprendida entre la playa de Bocabarranco y

el barranco de la Arenilla (T.M. de Gáldar). Representa

un conjunto arqueológico de primer

orden gracias a la variabilidad e importancia

de sus restos arquitectónicos, su extensión y

su aparente estado de conservación. Además,

este yacimiento cuenta con una importante serie

osteológica que ha sido pilar básico de la

mayoría de estudios bioantropológicos realizados

en Gran Canaria.

El Agujero es un asentamiento aborigen

donde coexisten unidades de habitación,

estructuras colectivas y recintos funerarios de

carácter tumular. En este lugar los espacios

destinados a la vida doméstica comparten el

mismo paisaje que los lugares destinados a

la muerte. Por desgracia, son pocos los datos

que tenemos acerca del modo de vida

desarrollado por la población de El Agujero.

No obstante, como comenta Javier Velasco

(1999:271), este yacimiento ha constituido

durante años parte fundamental de algunas

de las explicaciones globales propuestas en

torno al proceso de poblamiento prehistórico

de Gran Canaria, y, consecuentemente, en

estrecha relación con los modelos de organización

social, política y económica propuestos

por varios autores. En total, son seis los túmulos

colectivos identificados en este yacimiento,

donde destaca por sus dimensiones y organización

jerarquizada el túmulo de La Guancha.

A pesar de desconocer arqueológicamente los

procesos sociales acaecidos en este contexto,

se han asociado frecuentemente la complejidad

y monumentalidad de sus estructuras

funerarias con sepulturas vinculadas a la elite

galdense (VELASCO, 1999). Más aún, este

yacimiento ha sido utilizado como ejemplo

para definir etapas crono-culturales concretas

en la prehistoria insular, como el caso del Horizonte

de la cultura de los túmulos (MARTÍN

DE GUZMÁN, 1984), o de la Segunda fase

adaptativa y jefatura matrilineal (JIMÉNEZ

GONZÁLEZ, 1999). Alguno de estos autores

llega a plantear que estas sepulturas y, más

concretamente, el gran túmulo de La Guancha,

funcionaría como panteón real (MARTÍN

DE GUZMÁN et al., 1992).

Evidentemente, estas hipótesis necesitan

ser revisadas y nuevamente valoradas,

puesto que, como muy bien comenta Teresa

Delgado (2009:164): Esta asociación que se

establece entre los túmulos de El Agujero y la

nobleza aborigen puede ser acaso un apriorismo

derivado por un lado, de la importante posición

que, dentro de la estructura sociopolítica

Figura 3. Vista área de la necrópolis

de El Agujero-La Guancha.

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 106 de los antiguos canarios, se atribuye a Gáldar en las fuentes etnohistóricas, y por otro de los planteamientos culturales propuestos por los análisis de una antropología física entendida como taxonomía racial. Un apriorismo que entra en contradicción no sólo con los recientes resultados bioantropológicos (…), sino con la existencia de otros enclaves arqueológicos en el mismo entorno de Gáldar, con unas características físicas más sobresalientes que las del propio conjunto tumular del Agujero”. Lejos de querer profundizar en el alcance de estas teorías, si es cierto que “llegaría a ser de cierto interés discernir qué posibles variaciones existirían entre el complejo de Gáldar y el total de la isla, y cuáles podrían ser las circunstancias que lo expliquen (VELASCO, 1999:404). Pues, a pesar de lo dicho, la necrópolis de El Agujero constituye por su ubicación, la compleja arquitectura de sus túmulos y la extensión que ocupa en un paraje singular, un referente excepcional dentro de los espacios sepulcrales insulares. No es extraño entonces, que desde un punto de vista apriorístico, este enclave haya sido identificado como el cementerio que acogía a los integrantes de las elites canarias.

En esta línea, es importante recalcar

se han conservado sin conexión anatómica y existen problemas de identificación y correlación con las estructuras que los acogieron. Teníamos las referencias de Miguel Fusté a principios los años 60 del siglo XX, en cuyo trabajo se contaba con un NMI de 42, 32 de ellos con esqueleto poscraneal (FUSTÉ, 1961-1962). Esta aportación es el último trabajo de investigación que contó con los esqueletos completos de esta población para su estudio. Era necesario intentar reunir el número máximo de individuos completos, pues recomponer los esqueletos de este yacimiento suponía reunificar una excelente serie de estudio y, además, contar con las aportaciones realizadas por otros investigadores.

A finales de los años 80 y especialmente en los 90, se retoman con fuerza los trabajos bioarqueológicos en la isla de Gran Canaria. El Agujero fue siempre uno de los ejes principales que vertebraron los diferentes proyectos de investigación. Sin embargo, durante las décadas precedentes los restos esqueléticos de este yacimiento habían perdido la conexión de sus partes. Así, en la actualidad los cráneos y las pelvis mejor conservadas se exponen en la sala Verneau del Museo CaMuestras

Cal AD7

Cal BP8

BP Radiocarbónica

Convencional

Date 1: Individuo 19 (3a)

1310-1380

640-570

630 ± 40

Date 2: Individuo 15 (3d)

1320-1390

630-560

610 ± 50

Date 3: Individuo 32 (5a)

1300-1380

650-570

640 ± 40

Date 4: Individuo 31 (5d)

1320-1350 y 1390-1440

630-600 y 560-510

530 ± 40

Date 5: Individuo 29 (28a)

1260-1320 y 1350-1390

690-630 y 600-560

690 ± 40

Date 6: Individuo 6 (28b)

1040-1170

910-780

910 ± 40

Date 7: Individuo 10 (39)

1260 y 1230-1280

690 y 720-670

770 ± 40

Tabla 1: Dataciones absolutas en la necrópolis de El Agujero-La Guancha

que se trata de un contexto funerario colectivo, jerarquizado y organizado espacialmente, donde la disposición de las sepulturas responde a un acto intencionado que busca diferenciar unos sujetos de otros. Estas tumbas, a pesar de ser colectivas, poseen un carácter individual que se materializa en espacios sepulcrales creados para albergar un solo sujeto, mediante cistas o fosas excavadas. Además, la propia estructura jerarquizada de los túmulos define un contexto donde lo individual prevalece sobre lo colectivo como producto de unas relaciones sociales determinadas.

2.1.1. Serie esquelética de

E

l Agujero-La Guancha

En el Museo Canario se encuentran depositados los restos óseos exhumados de la necrópolis del Agujero. Se desconocía con precisión cuál era el NMI que se conservaba en esta institución, ya que en la actualidad

nario, mientras los esqueletos poscraneales se encuentran almacenados. En la mayoría de los casos, estos esqueletos se mantenían individualizados prácticamente completos. En otros casos, la relación entre los diferentes elementos óseos se había perdido porque el sistema de signado había desaparecido. Además, encontramos en el fondo del Museo Canario un gran número de huesos descontextualizados.

Así, el primer paso fue recomponer los esqueletos procedentes de este yacimiento. Para ello se analizaron las signaturas conservadas en los huesos y la información contenida en la base de datos del Museo Canario. Por suerte se pudo recomponer la mayoría de los individuos de esta serie esquelética. En total, 41 esqueletos poscraneales de 42 individuos totales (en base al número de cráneos), 32 de los cuales pudieron ser vinculados a sus cráneos9.

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2.2. Necrópolis de Juan Primo

El descubrimiento de la necrópolis

de Lomo Juan Primo a finales del año 2007

supuso una extraordinaria sorpresa para la

Arqueología canaria. La cantidad de restos

óseos encontrados, así como el conjunto de

sepulturas documentadas, hacen de este yacimiento

uno de los contextos funerarios más

importantes hallados en los últimos años en

Canarias (MENDOZA et al., 2008)10.

Los trabajos arqueológicos llevados a

cabo en la necrópolis de Juan Primo sacaron

a la luz un total de 16 fosas excavadas en la

roca, en los que se documentaron un N.M.I.

de 18 individuos en su interior. Junto a esto,

fueron exhumados los restos de al menos 5

individuos en las terreras generadas durante

la roturación de la parcela. En total, un número

mínimo de 23 individuos, como así permitió

el cómputo de fémures derechos (ALAMÓN,

2008). Las fosas son sepulturas de tendencia

ovalada con dimensiones irregulares y variables.

Se documentaron diferencias en la elaboración

de las fosas: a pesar de responder

a la misma morfología, algunas sepulturas

habían recibido un tratamiento muy esmerado,

mientras que otras, eran el resultado de

un trabajo menos meticuloso y con peores

condiciones para la acogida de cadáveres11.

La mayoría de las fosas se orientan en dirección

NE-SW, con algunas excepciones en

dirección W-E. Parece existir algún tipo de organización

en la distribución de las fosas: en

el límite Este del espacio sepulcral se pudo

establecer una secuencia diacrónica de las

fosas 14, 16 y 12 mediante sus relaciones

estratigráficas. Esta observación ha sido ratificada

posteriormente por las dataciones absolutas

de C-14 (ALAMÓN, 2008; MENDOZA

et al., 2008).

Las dataciones absolutas indican

que la necrópolis de Juan Primo fue utilizada

aproximadamente desde el siglo XIII hasta el

siglo XV. Este periodo coincide plenamente

con el uso funerario de la necrópolis de El

Agujero-La Guancha. Se trata por tanto, de

dos yacimientos coetáneos en el tiempo, pertenecientes

a un mismo grupo étnico, y que

ocupan un mismo territorio. Sin embargo, son

tangibles las diferencias que existen entre

uno y otro cementerio.

2.2.1. Serie esquelética de Juan Primo

La excavación arqueológica de Juan

Primo ha aportado una gran cantidad de restos

humanos. Sin embargo, las tareas agrícolas

que desencadenaron su descubrimiento

deterioraron en gran medida parte de este registro

arqueológico. Así, los trabajos iniciales

de laboratorio han dado como resultado un número

mínimo de individuos (NMI) de 23, de los

cuales, sólo 18 fueron encontrados en el interior

de sus respectivas fosas (Alamón, 2008).

Como resultado, tenemos una muestra bastante

amplia de restos esqueléticos pero en un

estado de conservación muy deficiente, con

gran número de huesos descontextualizados.

Aún así, estos restos suponen una oportunidad

extraordinaria para su estudio bioantropológico,

pues la naturaleza de las prácticas funerarias,

el umbral demográfico que recoge y

la novedad del hallazgo los hacen sumamente

interesantes.

Para el análisis de marcadores de actividad

física se han seleccionado 9 de los 18

individuos depositados en las fosas. Se han

descartado otros nueve individuos por no reunir

las condiciones que requiere nuestro estudio,

como por ejemplo, el estado de conservación

y representación ósea de siete de ellos.

Además, otros dos lo fueron por tratarse de

individuos sub-adultos, el individuo juvenil 2.1.

y el nonato 4.2., que por su edad no pueden

entrar en el análisis de marcadores.

A continuación se expone el número

de individuos que componen la muestra de

nuestro trabajo de investigación14 :

La muestra seleccionada estaba compuesta

por un número mayor de hombres que

Figura 4. Necrópolis de Juan Primo

(Fotografía de Tibicena S.L.)

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 108 de mujeres. Se aprecia que en El Agujero el porcentaje es más significativo, en cambio, la serie de Juan Primo está más equilibrada.

La composición de la muestra por edades exhibe patrones diferentes. Mientras en El Agujero la media en la edad de la muerte se sitúa entre los 17-25 años, en la serie de Juan Primo el periodo mayoritario corresponde al umbral de 25-35 años. Ambas cifras se ciñen al perfil de edad de muerte descrito por otros autores para la prehistoria de Gran Canaria (SCHWIDETZKY, 1958; VELASCO, 1999). Dicho umbral coincide plenamente con la tasa de mortalidad común en sociedades pre-capitalistas (SPENCER, 1997)15.

espacio cementerial está regulado por pautas sociales.

También es significativa la ausencia de individuos infantiles en ambas series esqueléticas, a pesar de que, como se ha comentado, el patrón de mortalidad descrito para la sociedad aborigen se supone semejante al resto de sociedades precapitalistas. Salvo por un individuo juvenil presente en una de las fosas de Juan Primo la serie de ambos yacimientos está constituida exclusivamente por adultos. Si bien es cierto que estos cementerios se han visto afectados por distintos agentes destructivos, esta subrepresentación tan acusada de individuos infantiles sólo puede ser entendida y explicada desde una perspectiva social16 .

Debido al escaso número de individuos que compusieron la muestra de estudio, los análisis inter-población e intra-población no respetaron los grupos de edad. No obstante, se determinó qué marcadores de actividad estaban influenciados por la edad, de tal forma que se pudieran matizar los resultados.

3. Metodología

Los procedimientos metodológicos utilizados en este estudio son inéditos en el análisis de las series esqueléticas de Gran Canaria. A continuación se exponen los rasgos fundamentales de la metodología utilizada para el examen de los marcadores músculo-esqueléticos y de robustez de la extremidad superior. La determinación de edad y sexo se realizó siguiendo los procedimientos metodológicos comunes en este tipo de estudios (BUIKSTRA y UBELAKE, 1994; ALEMÁN et al., 1997; RISSECH et al., 2007).

3.1. Marcadores músculo-esqueléticos

Para el estudio de este tipo de marcadores se ha seguido la metodología propuesta por Ignasi Galtés y colaboradores (2006)17, y se ha tenido en cuenta las recomendaciones de Valentina Mariotti y colaboradores (2007). Tanto uno como otro, son excelentes procedimientos que proponen soluciones semejantes a los problemas básicos del estudio de estas

Muestras

Cal AD12

Cal BP13

BP Radiocarbónica

Convencional

Date 1: Individuo 2.1

1260-1310 y 1360-1380

700-640 y 590-570

710 ± 40

Date 2: Individuo 2.2

1160-1280

790-670

800 ± 50

Date3: Individuo 4.1

1270-1400

680-550

660 ± 40

Date 4: Individuo 5.1

1280-1400

670-550

640 ± 40

Date 5: Individuo 12.1

1280-1410

670-540

630 ± 40

Date 6: Individuo 14.1

1300-1430

660-520

580 ± 40

Tabla 2: Dataciones absolutas en Lomo Juan Primo

SEXO

Hombres

27

4

31

Mujeres

15

5

20

EDAD

<17

0

0

0

17-25

15

2

17

25-32

10

4

14

33-45

7

1

8

>45

3

2

5

Indeterminado

7

0

7

TOTAL

42

9

51

El Agujero

Juan Primo

Total

Tabla 3: Muestra poblacional:

lugar de procedencia, sexo y edad

La naturaleza de estos datos y la necesaria reflexión que merecen superan con creces las pretensiones de este artículo. Aún así, es evidente que existen diferencias demográficas entre ambas poblaciones. Por un lado, el perfil de sexo y edad descrito para el yacimiento de Juan Primo es el característico de un grupo poblacional normal y, por otro lado, el perfil de El Agujero corresponde a una población seleccionada, donde el acceso al

V

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 109

expresiones óseas. Suponen además, la primera

propuesta de estándares visuales y descriptivos

de la robustez de las entesis.

Los marcadores músculo-esqueléticos

son cambios adaptativos en las entesis18

que se producen como resistencia a las cargas

mecánicas. Cuando existen este tipo de

estímulos, las células óseas son capaces de

afrontar estas nuevas demandas modificando

fisiológica y morfológicamente la estructura de

las entesis con el fin de adaptarse eficientemente

a las nuevas condiciones biomecánicas.

Estas cargas son fundamentales en la

configuración del sistema músculo-esquelético,

pues regulan la división y diferenciación

celular y determinan la morfología del tejido.

Esta importante relación entre estrés mecánico

y morfología anatómica se define como

morfogénesis mecánica (Mechanical Morphogenesis)

(BENJAMIN y HILLEN, 2003), la cual

ha sido analizada por varios autores con el fin

de determinar la forma en que la estructura

ósea y su función hacen frente a las demandas

mecánicas que afectan al sistema músculo-

esquelético (BENJAMIN y HILLEN, 2003).

Es un proceso fundamental que determina el

desarrollo, funcionalidad y reparación de todos

los elementos del sistema músculo-esquelético.

En este sentido, el tejido óseo es capaz de

adaptarse a las nuevas condiciones biomecánicas

siempre y cuando no se sobrepase su

resistencia estructural. Este proceso, es por

tanto, el principal causante de la remodelación

ósea y explica la vinculación de la robustez de

las entesis con la actividad física y, más concretamente,

en el contexto del sistema músculo-

esquelético, con el desarrollo de cadenas

biomecánicas concretas.

La línea de investigación de este trabajo

se basa fundamentalmente en el estudio

de estas variaciones en los lugares de inserción

de músculos, tendones y ligamentos. Así,

se precisa valorar en su justa medida los cambios

adaptativos ocurridos en las entesis mediante

un sistema de observación que permita,

en primer término, clasificar los diferentes

rasgos morfológicos dentro de un método de

graduación. El grado de robustez de la entesis

y el tipo de marcador son muestra directa de

la intensidad, dirección, patrón y duración de

las cargas mecánicas que soporta un músculo

(HAWKEY y MERBS, 1995). En consecuencia,

el estudio de los cambios morfológicos

en los órganos de entesis permite analizar los

modelos biomecánicos de las poblaciones arqueológicas

puesto que sus esqueletos conservan

la estructura ósea de las entesis. Sin

embargo, es necesario cuantificar el grado de

desarrollo de cada unión músculo-esquelética

con el fin de determinar qué particularidades

definen una mayor o menor expresión robusta.

Con este tipo de análisis se puede definir qué

movimientos son los más característicos para

cada grupo poblacional y en qué forma este

patrón responde al desempeño de actividades

concretas. Se trata por tanto, de estudiar la variabilidad

biomecánica como una herramienta

de análisis social que permita aportar nuevos

datos en la caracterización de los modos de

vida de las sociedades del pasado.

De esta forma, se hace necesario

contar con un estándar visual y descriptivo

donde se defina mediante criterios objetivables

y constantes la robustez de los órganos

de entesis. El fin último es confeccionar un

sistema de graduación basado en caracteres

macroscópicos con los que poder cuantificar y

comparar analíticamente los diferentes grados

de la robustez entésica de las poblaciones arqueológicas

(GALTÉS et al., 2006; MARIOTTI

et al., 2007).

Varias aportaciones han puesto de

manifiesto la relación existente entre la apariencia

y el tipo morfológico de la entesis (BENJAMIN

et al., 2006; GALTÉS et al., 2006). Así,

el conjunto de estas estructuras anatómicas se

puede dividir en dos grandes grupos según el

tipo de unión músculo-esquelética: por tendones

o por fibras carnosas. En el primer caso,

las inserciones mediante tendones producen

respuestas de tipo osteogénico y osteolítico.

En el segundo caso, las uniones por fibras carnosas

producen cambios arquitectónicos en la

superficie del hueso (GALTÉS et al., 2006).

3.1.1. Sistema de graduación de las entesis

Con el objetivo de caracterizar de

forma efectiva la robustez de las entesis seleccionadas

para este estudio se confeccionó

un estándar visual y descriptivo mediante un

sistema de graduación. El primer criterio de

graduación fue la presencia y ausencia de

robustez de cada marcador19 . Este método

individualizó cada una de las entesis seleccionadas

para determinar los diferentes umbrales

que representaba la variabilidad en su robustez.

Se trata de un proceder complejo que se

explica detenidamente en el trabajo de investigación

presentado recientemente para optar

al D.E.A. (Diploma de Estudios Avanzados),

en el Departamento de Ciencias Históricas de

la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

(SANTANA, 2009).

Este sistema de graduación se basa

en el método expuesto por Galtés y colaboradores

en su atlas visual y descriptivo del radio

(GALTÉS, et al., 2006). Asimismo, se siguieron

las recomendaciones de otros autores sobre

métodos estandarizados de catalogación de

marcadores músculo-esqueléticos (HAWKEY

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 110 y MERBS, 1995; ROBB, 1998; MARIOTTI et al., 2007).

Los dos tipos de uniones entésicas fueron graduados bajo el mismo sistema. Si bien es cierto que cada uno de estos grupos posee características comunes en el modo en el que modifican su morfología a medida que las demandas mecánicas aumentan, cada entesis fue tratada de forma independiente pues en sí mismas, son una unidad estructural con fisionomía propia.

Todas las entesis analizadas para el presente trabajo fueron graduadas de menor a mayor robustez. Los criterios utilizados para graduar estos marcadores son de carácter cualitativo y, a pesar de tener un grado de subjetividad mayor que los cuantitativos, son igual de significativos cuando son tratados con las consabidas precauciones metodológicas. Estos caracteres definen cualidades observables a escala macroscópica en los lugares de inserción, como modificaciones estructurales o morfológicas. Estos criterios fueron visuales y táctiles: textura, área y depresión de la superficie ósea. Cada marcador músculo-esquelético ha sido graduado de 0 a 4 y de menor a mayor. Estos valores son prototipos que definen un umbral de la expresión robusta de las entesis. Cada uno de estos rangos va acompañado de una descripción, de fotografías y de ilustraciones que permiten su verificación y contrastación en cualquier momento20. A pesar de que no se pudo elaborar un sistema de graduación basado en caracteres cuantitativos objetivamente mensurables, sí se confeccionó un método fácilmente contrastable capaz de definir regularidades observables. Si bien en la actualidad los instrumentales de cuantificación no aportan soluciones efectivas en la medida de estas regularidades, no por ello se debe abandonar su estudio, y tampoco los métodos cualitativos dejan de ser observaciones analíticas con valor científico. En este sentido, los métodos cuantitativos de análisis son representantes de la realidad cuando los errores intra e inter observador son inapreciables21.

No se definen caracteres generales para cada grado de expresión pues no son extensibles al conjunto de entesis estudiadas. Hawkey Merbs (1995), y más tarde Robb (1998) definen atributos comunes para cada grado en su sistema de graduación. Sin embargo, no atienden a la variabilidad que demuestran los órganos de entesis y que expresan su hipertrofia en distinta forma22.

3.2. Grados de Robustez

El estudio de la robustez de los huesos largos a través de sus particularidades geométricas es un excelente recurso para determinar variaciones biomecánicas en las extremidades. El objetivo fundamental de este método es observar diferencias entre lados, entre sexos y entre poblaciones (STIRLANDd, 1993; RUFF, 2000).

La morfología y estructura del hueso depende, entre otros factores, de las cargas mecánicas que se aplican sobre él. Esta afirmación se sustenta en la ley de Wolff, que postula que los elementos óseos se colocan o desplazan en la dirección de la presión funcional y su masa se incrementa o decrece en función de aquélla (WOLFF, 1892 en KENNEDY, 1989). La compresión y la tensión modelan el hueso. La compresión facilita la osteogénesis y con ella el aumento de la masa ósea en la zona donde los músculos transmiten la carga.

Los trabajos de investigación realizados en este campo han aportado valiosos datos para la reconstrucción de los modos de vida de las poblaciones arqueológicas, siendo los húmeros, fémures y tibias los huesos más utilizados en este tipo de análisis. En el caso del húmero, existen diversos estudios que exHÚMERO

H1: longitud máxima H5: diámetro mínimo en la mitad

H2: anchura epicondilar H6: perímetro en la “V” deltoidea

H3: diámetro vertical de la cabeza H7: perímetro en la mitad de la diáfisis

H4: diámetro máximo en la mitad H8: diámetro transversal de la cabeza

CÚBITO

U1: longitud máxima U5: circunferencia mínima

U2: diámetro antero-posterior en la mitad U6: perímetro en la mitad

U3: diámetro transverso en la mitad U7: anchura de la epífisis distal

U4: longitud fisiológica

RADIO

R1: longitud máxima R4: diámetro máximo de la cabeza

R2: diámetro antero-posterior en la mitad R5: anchura de la epífisis distal

R3: diámetro transverso en la mitad R6: perímetro en el medio

Tabla 4: Medidas utilizadas para la caracterización osteométrica

V

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 111

ponen asimetrías, diferencias sexuales y diferencias

vinculadas a la realización de distintas

actividades (STIRLAND, 1993; RUFF, 2000).

En la extremidad inferior los resultados son

similares a los obtenidos por el estudio de la

sección transversal. En ellos se pueden ver diferencias

en los patrones movilidad existentes

entre poblaciones cazadoras-recolectoras y

sedentarias por ejemplo (KENNEDY, 1989).

Por otro lado, muchos investigadores

han profundizado en la relación de la robustez

de los huesos largos con la presencia de marcadores

músculo-esqueléticos. Según Weiss,

las expresiones más robustas en las entesis

correlacionan con un mayor grado en la robustez

de los huesos (2007).

Con el objetivo de determinar las diferencias

de robustez existentes en la población

del Agujero y de Juan Primo se llevó a cabo la

determinación de los índices de robustez de

húmero, cúbito y radio. Estos índices corresponden

a fórmulas matemáticas comúnmente

utilizadas en los estudios bioantropológicos

(BUIKSTRA y UBELAKER, 1994; AGUILERA

et al., 1991). Para determinar estos índices se

caracterizó osteométricamente las series que

componen la muestra.

4. Resultados

En este aparatado se exhiben los resultados

obtenidos tras analizar el grado de robustez

de los marcadores de actividad en la población

de El Agujero y Juan Primo. Con objeto

de facilitar la lectura y comprensión de los datos

se ha decidido exponerlos en forma de tablas,

sintetizando el volumen de la información obtenida

durante los trabajos de laboratorio.

Los resultados obtenidos fueron analizados

mediante diversos test estadísticos y en

base a diferentes grupos poblacionales agrupados

por yacimiento de procedencia, sexo,

edad y lateralidad. El conjunto de los datos fue

incorporado al paquete estadístico SPSS 15.0

para Windows. La descripción de los resultados

obtenidos en este trabajo de investigación

se efectuó mediante análisis univariantes que

HUESO

MARCADOR

HÚMERO Pectoral Mayor (PM), Redondo Mayor (RM), Redondo Menor (Rm), Dorsal Ancho (DA),

Deltoides (DT), Subaescapular (SB), Supraespinoso (SP), Infraespinoso (IF),

Coracobraquial (CR), Extensor Radial Largo del Carpo (ERLC), Braquial (BR),

Extensores Comunes (EC) y Flexores Comunes (FC) e Índices de robustez (IRs)

CÚBITO Tríceps Braquial (TR), Ancóneo (ANC), Braquial (BR), Supinador (SP), Flexor Profundo

de los Dedos (FPD), Abductor Largo del Pulgar (ALP), Extensores Cubitales del

Pulgar (ECP), Extensor del Índice (EI), Extensor Cubital del Carpo (ECC), Flexor Cubital

del Carpo (FCC), Pronador Cuadrado (PC) e Índices de robustez (IRs).

RADIO Bíceps Braquial (BB), Abductor Largo del Pulgar (ALP), Extensor corto del Primer Dedo

(ECPD), Extensor Largo del Pulgar (ELP), Flexor Largo del pulgar (FLP), Flexor Superficial

de los Dedos (FSD), Membrana interósea (MI), Supinador Largo (SL), Supinador

Corto (SC), Pronador Redondo (PR), Pronador Cuadrado (PC) e Índices de robustez (IRS).

Tabla 5: Entesis estudiadas en el análisis de marcadores músculo-esqueléticos de actividad física23

Figura 5. Esquema ilustrativo del grado de robustez de la entesis humeral del m. infraespinoso.

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 112 calcularon la media, la desviación típica y los porcentajes en la expresión de los marcadores músculo-esqueléticos y el grado de robustez de los huesos estudiados. El análisis de las diferencias existentes en el grado de expresión de los marcadores de actividad, según los cuatro criterios expuestos anteriormente, se realizó mediante la prueba t de student y

Figura 6. Esquema fotográfico de los grados de robustez de la

entesis cubital del m. tríceps braquial.

la W de Mann-Whitney. Para analizar la edad como factor independiente en la aparición y desarrollo de los marcadores de actividad física se utilizó el test ANOVA.

Finalmente, se llevaron a cabo correlaciones bivariadas de Pearson con el objetivo de determinar las relaciones existentes entre los diversos marcadores de actividad estudiados.

SB

SP

IP

Rm

DT

RM

CCB

BR

56

54

51

46

65

62

63

64

10

12

15

20

1

4

3

2

2,50

1,22

2,31

1,74

1,46

1,52

,95

1,81

1,095

1,022

1,049

1,182

,731

,763

,728

,639

1,200

1,044

1,100

1,397

,534

,582

,530

,409

N

Válidos

Perdidos

Media

Desv. típ.

Varianza

Tabla 7. Marcadores de actividad en el húmero: Número de observaciones (N),

M

edia, Desviación típica y Varianza en el HÚMERO

TR

ANC

BR

ALP

EP

EI

51

59

68

67

68

65

19

11

2

3

2

5

2,10

1,71

1,66

1,39

2,03

1,60

1,389

,948

,745

,778

,668

,981

1,930

,898

,556

,605

,447

,963

Válidos

Perdidos

Media

Desv. típ.

Varianza

N

Tabla 8: Marcadores de actividad en el cúbito: Número de observaciones (N),

M

edia, Desviación típica y Varianza en el CÚBI TO

Válidos

Perdidos

Media

Desv. típ.

Varianza

N

BB

ALP

ECP

ELP

FLP

FSD

70

73

71

71

73

70

3

0

2

2

0

3

2,14

1,55

,79

1,04

1,45

,93

1,171

,727

,827

,745

,501

,688

1,371

,529

,683

,555

,251

,473

Tabla 9: Marcadores de actividad en el radio: Número de observaciones (N),

M

edia, Desviación típica y Varianza en el RA DIO

V

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 113

ERLC EC FC PM DA SEXO EDAD IRD IRI

58 46 49 64 62 64 66 50 50

8 20 17 2 4 2 0 16 16

1,55 2,20 2,41 1,92 ,98 1,42 3,05 19,721245 18,995520

,820 1,003 1,059 1,059 ,528 ,498 ,999 2,1279163 1,8435479

,673 1,005 1,122 1,121 ,278 ,248 ,998 4,528 3,399

ECC FCC FPD SP PC IRD IRI

68 68 68 67 66 41 42

2 2 2 3 4 29 28

1,37 ,72 1,78 1,39 1,80 13,766138 13,590044

,596 ,514 ,770 ,870 ,964 1,2330454 1,1214101

,355 ,264 ,592 ,756 ,930 1,520 1,258

MI SL PR SC PC IRD IRI

72 62 69 61 65 54 55

1 11 4 12 8 19 18

1,58 1,15 1,90 1,34 1,11 16,810571 21,763192

,915 ,507 ,825 ,793 ,710 1,5880306 24,7681878

,838 ,257 ,681 ,630 ,504 2,522 613,463

5. Discusión

El objetivo fundamental de esta investigación

era determinar la existencia de

diferencias en los patrones de actividad de la

muestra de estudio. Efectivamente, tras analizar

la presencia de los marcadores de actividad

según los cuatro criterios establecidos

(yacimiento, sexo, lateralidad y edad), se ha

podido documentar desigualdades en su grado

de expresión. Los resultados revelan contrastes

evidentes entre las poblaciones de El

Agujero y Juan Primo, entre los hombres y las

mujeres de ambas necrópolis y en menor medida,

entre las extremidades izquierda y derecha.

Por último, también se ha concretado la

influencia de la edad en los marcadores analizados.

No obstante, estos resultados requieren

ser discutidos con el fin de especificar sus

particularidades y su proyección en el estudio

bioarqueológico de la población aborigen de

Gáldar. Debemos tener en cuenta que estos resultados

son preliminares en la medida en que

se trata de la primera aproximación con esta

metodología de trabajo al repertorio esquelético

de los antiguos canarios. Aún así, estos

nuevos datos no dejan de ser valiosos puesto

que han sido elaborados a partir de un método

aplicado y comprobado en otros contextos bioarqueológicos

(GALTÉS et al., 2006).

A continuación se discuten los resultados

a partir de las variables analizadas:

5.1. Lateralidad

No se observaron diferencias evidentes

entre la extremidad izquierda y la derecha.

Únicamente se encontraron desigualdades en

el grado de expresión de la entesis humeral

del extensor común (EC) entre los hombres del

Agujero. Si bien es cierto que en otras poblaciones

arqueológicas estas desigualdades son

más evidentes (LIEVERSE et al., 2009; MOLNAR,

2006, ESHED et al., 2004, etc.), para el

caso de la muestra de El Agujero y Juan Primo

no se puede hablar de asimetrías claras entre

extremidades. No obstante, debemos tener en

cuenta que el presente estudio ha sido realizado

con una muestra muy pequeña y, por lo

tanto, no concluyente.

5. 2. Edad

Los resultados obtenidos han demostrado

que la edad es un factor influyente en

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 114 la aparición de algunos marcadores, concretamente en el subaescapular (F= 3,046; p<0,05), braquial (Húmero) (F= 3,724; p<0,05), bíceps braquial (F= 5,467; p < 0,005), tríceps braquial (F= 3,826; p<0,05), extensor del índice (F= 5,041; p<0,005), supinador (F=4,402; p<0,01) y en el índice de robustez derecho del cúbito (F= 3,011; p<0,05). La mayoría de estas entesis corresponde al grupo de músculos que se unen al hueso mediante tendones. Este es el caso del subescapular, el bíceps braquial, el tríceps braquial y el supinador. Estos datos reflejan la necesidad de tener en cuenta los grupos de edad en el estudio de marcadores de actividad, lo que coincide. plenamente con el resto de investigadores que trabajan en este campo de estudio (WILCZAK, 1998; WEISS, 2007; GALTÉS et al., 2006; MARIOTTI et al., 2007).

5. 3. Yacimientos

Las disimetrías entre las necrópolis de El Agujero y Juan Primo son muy significativas tanto entre hombres como entre mujeres. Cabe destacar que las mayores distancias se determinaron entre los sujetos masculinos. Desde esta perspectiva es admisible defender patrones de actividad diferentes para algunos individuos de ambos yacimientos, pues las desigualdades registradas en el grado de expresión de algunos marcadores y sus correlaciones con otros grupos musculares, indican claramente diferencias en las cadenas biomecánicas.

Cuando comparamos los marcadores presentes en la población masculina de ambos yacimientos, se encuentran diferencias significativas en varias entesis de los tres huesos examinados. En el húmero están en el subaescapular (t= 2,374; p<0,005), supraespinoso (t= 3,112; p<0,05), braquial (t=-4,305; p=0,001), extensor radial largo del carpo (t= -2,162; p<0,05) y flexor común (t= 3,142; p<0,05). En el radio los desequilibrios estaban en el abductor largo del pulgar (t= 3,528; p < 0,005), pronador redondo (t=4,285; p =0,001), supinador corto (t=4,392; p < 0,005) y en el índice de robustez izquierdo (t=-7,068; p<0,001). En el cúbito las diferencias se identificaron en el tríceps (t= 3,098; p<0,01), el braquial (t= 4,476; p<0,001), el extensor del índice (t= -2,435; p<0,05) y el pronador cuadrado (t= 2,503; p<0,05). Entre estos marcadores, el subaescapular, supraespinoso, flexor común, abductor largo del pulgar, pronador redondo, supinador corto, tríceps, braquial (cúbito) y pronador cuadrado tienen un grado de robustez mayor en los hombres de El Agujero. Por el contrario, el braquial (húmero), el extensor radial largo del carpo, extensor del índice y el índice de robustez del radio izquierdo están más desarrollados en los hombres de Juan Primo.

En el caso de la población de El Agujero, el subaescapular y el supraespinoso actúan en la articulación del hombro, participando en su rotación medial y en la abducción. El subaescapular correlacionó24 con el supraespinoso, infraespinoso (p<0,001) y con el coracobraquial, el extensor común, flexor común y el dorsal ancho (p<0,05). El supraespinoso correlacionó con el subaescapular, el infraespinoso y el redondo menor (p<0,001). Por lo tanto, estos dos marcadores parecen hacer referencia a dos movimientos concretos. En primer lugar, subaescapular, supraespinoso, infraespinoso y redondo menor son los encargados de la rotación de la articulación del hombro. En segundo lugar, subaescapular, coracobraquial, y dorsal ancho parecen indicar movimientos de rotación, aducción25, extensión y flexión de la articulación escapulo-humeral. La extensión y flexión de la muñeca parece estar asociada con la flexión y extensión de la articulación escapulo-humeral, tal como muestran las correlaciones.

El tríceps braquial es el motor principal de la extensión del brazo. Correlacionó con el grado de robustez de las entesis del ancóneo, supinador (p<0,001) y con el flexor profundo de los dedos, pronador cuadrado y braquial (p<0,05). La relación entre tríceps y ancóneo es coherente, pues ambos participan en la extensión del codo. En cuanto a la correlación entre tríceps y supinador, la única respuesta posible es que ambos movimientos estuvieron combinados entre los hombres de El Agujero. Esta correspondencia se muestra coherente con la combinación pronador cuadrado-braquial (p<0,05), que describe un movimiento de pronación a la vez que se flexiona el codo, o se aguanta peso con el codo flexionado. Sería entonces el movimiento antagonista de la combinación triceps-supinador, y en conjunto, describen la pronosupinación. Junto a esto, la correlación entre tríceps y flexor profundo de los dedos indica que durante los movimientos de extensión del codo también se dieron movimientos de flexión de la muñeca y de la articulación interfalángica distal.

El pronador redondo y el pronador cuadrado son los músculos encargados de la pronación del brazo. El redondo correlaciona con el pronador cuadrado (p<0,05). El pronador cuadrado correlacionó con el tríceps, braquial y abductor largo del pulgar (p<0,05). En este sentido, se puede considerar que los movimientos de pronación estuvieron ligados a movimientos de flexión-extensión del codo y a la abducción del dedo pulgar. Así, los reV

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 115

sultados obtenidos en el análisis de marcadores

en los hombres de El Agujero indican

que cuando el codo se extendió y supinó, en

la mano se activó la articulación interfalángica

distal, y cuando el codo se flexionó y se pronó,

funcionó el abductor largo del pulgar.

El supinador corto es una de las inserciones

radiales del músculo supinador, motor

principal de la supinación. Correlacionó con el

bíceps braquial, el extensor cubital del primer

dedo (p<0,001) y con el pronador cuadrado

(p<0,05). La relación con el bíceps braquial es

coherente, pues este músculo participa también

en la supinación. El flexor común y el abductor

largo del pulgar participan en la flexión

de los dedos y en la flexión y abducción de la

muñeca, movimientos que se realizaron a la

vez que se supinaba el brazo. El flexor común

correlacionó con el subaescapular y el coracobraquial

(p<0,05), músculos encargados de la

aducción del hombro. El abductor largo del pulgar

se corresponde con el braquial (p<0,005).

En este sentido, sí los flexores se relacionan

con la supinación, la abducción del pulgar con

la pronación, y la flexión de la muñeca con

los rotadores del hombro, especialmente la

medial y en la aducción, parece que los movimientos

de flexión se hacían hacia arriba y

hacia adentro, mientras que los de extensión

se hacían hacia fuera. En resumen, los hombres

del Agujero tenían un patrón de actividad

diferente a los de Juan Primo, caracterizado

por movimientos de rotación y abducción del

hombro, extensión y pronosupinación del brazo,

y por la flexión de dedos y muñeca con

abducción de esta última.

Los hombres de Juan Primo mostraron

mayor grado de robustez en la inserción

humeral del braquial, músculo que participa en

la flexión del brazo especialmente en condiciones

desfavorables, como cuando el brazo

está totalmente estirado o, en otros casos, sirve

como sostén de pesos cuando el codo está

flexionado. El extensor radial largo del carpo

es uno de los motores principales en la extensión

de la muñeca. El extensor del índice permite

la extensión aislada, como por ejemplo,

cuando indicamos algo con este dedo26 . En

síntesis, los hombres de Juan Primo realizaron

con mayor intensidad los movimientos de

flexión del codo, especialmente con el brazo

estirado o sosteniendo pesos, y las cadenas

de extensión de la muñeca y del índice.

Entre las mujeres de El Agujero y Juan

Primo se localizaron diferencias significativas

en algunos de los marcadores estudiados. En

el caso del húmero, las entesis que muestran

desigualdades son el braquial (Húmero) (t=

3,304; p<0,05) y el flexor común (t= 3,515;

p<0,05). En el radio es la membrana interósea

(t= 4,532; p<0,001) y en el cúbito el extensor

cubital del carpo (t=2,666; p<0,05) y el flexor

profundo de los dedos (t=2,737; p<0,05). En

todos los casos, el grado de robustez era mayor

en las mujeres de El Agujero, e indica, un

patrón de actividad diferente realizado con

mayor intensidad que las mujeres de Juan Primo.

Las correlaciones del extensor cubital

del carpo fueron con el extensor del índice,

el flexor profundo de los dedos y el supinador

(p<0,001). También correlacionó con

el tríceps, ancóneo y extensores del pulgar

(p<0,05). Es evidente que existe una relación

directa entre los movimientos de extensión del

carpo con la extensión del índice, la flexión de

los dedos y la supinación del codo. Estos marcadores

hacen referencia a movimientos de

flexión del codo (Braquial), flexión de muñeca

y dedos (flexor común, flexor profundo de los

dedos), extensión del carpo (ECC) y a fuertes

cargas mecánicas que amenazan la estabilidad

del antebrazo (membrana interósea).

En síntesis, las diferencias existentes

en los modelos biomecánicos descritos para

los dos yacimientos son muy claras. No obstante,

estas desigualdades se manifiestan de

manera más contundente cuando analizamos

la serie masculina. Parece obvio que las poblaciones

de El Agujero y Juan Primo desarrollaron,

al menos en parte, actividades físicas

diferentes que pueden ser relacionadas directamente

con distintos patrones de actividad

laboral.

5. 4. Sexo

Los resultados obtenidos durante los

trabajos de laboratorio mostraron desigualdades

significativas entre hombres y mujeres

para el grado de robustez de algunos marcadores.

En el húmero son el supraespinoso

(t= 2,843; p<0,05), infraespinoso (t= 3,748;

p=0,001), deltoides (t=2,075; p<0,05), índice

de robustez derecho (t=6,452; p<0,001) e índice

de robustez izquierdo (t=4,414; p<0,001).

En el radio estas diferencias se documentaron

en el abductor largo del pulgar (t= 2,565;

p < 0,05), flexor superficial de los dedos (t= 2,

177; p < 0,05), pronador redondo (t=3,115; p

< 0,005). En el cúbito estas desigualdades se

localizaron en el ancóneo (t= 3,318; p<0,005).

En todos los casos los hombres tenían mayor

grado de desarrollo.

En el yacimiento de El Agujero estas

diferencias se localizaron en el supraespinoso

(t= 2,838; p<0,01), el infraespinoso (t= 3,535;

p=0,001) y el braquial (t= -4,079; p<0,001).

En los dos primeros casos existe una mayor

robustez en los hombres, mientras que el braquial

está más desarrollado en las mujeres. En

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 116 el radio estas diferencias fueron observadas en el abductor largo del pulgar (t=3,647; p=0,001), flexor largo del pulgar (t=2,629; p<0,05), flexor superficial de los dedos (t=2,293; p<0,05) y pronador redondo (t=3,832; p<0,001. En el cúbito los resultados significativos se documentaron en el ancóneo (t= 3,318; p<0,005). Estos marcadores tenían un mayor desarrollo en los individuos del sexo masculino.

En los hombres, el supraespinoso correlacionó con el subaescapular, el infraespinoso y el redondo menor (p<0,001). Estos tres músculos forman parte de los manguitos del hombro y vienen a tener un papel fundamental en la rotación de la articulación escapulo-humeral. El infraespinoso se relacionó con el subaescapular, supraespinoso y braquial (p<0,001). También con el redondo menor, el deltoides y el pectoral mayor (p<0,05). Todos estos marcadores, excepto el braquial, son músculos de la articulación del hombro. En este sentido, hay evidencias que apuntan a una gran utilización de la articulación del hombro por parte de los hombres del Agujero. Anteriormente, habíamos señalado cómo estas cadenas musculares eran significativamente más utilizadas por los hombres de El Agujero con respecto a los de Juan Primo.

Para el cúbito, el ancóneo correlacionó con el tríceps y el flexor profundo de los dedos (p<0,001). También con los extensores del pulgar, el extensor cubital del carpo y el supinador (p<0,05). El abductor largo del pulgar se relacionó con bíceps braquial y con ambos índices de robustez (p<0,05). El pronador redondo se relacionó con el pronador cuadrado (p<0,05). En las mujeres el braquial no correlacionó con otro marcador del húmero.

Resumiendo, los hombres de El Agujero realizaron con mayor intensidad los movimientos de rotación medial y lateral del hombro, abducción del pulgar, abducción de la muñeca, flexión de dedos y muñeca y pronación del brazo cuando está flexionado. En cambio, las mujeres de El Agujero realizaron con mayor intensidad los movimientos de flexión del brazo cuando está extendido.

En la necrópolis de Juan Primo estas desigualdades se documentaron en el braquial (Húmero) (t= 12,609; p<0,005), con un índice mayor en los hombres. En el radio y en el cúbito no se encontraron diferencias significativas. La inserción humeral del braquial indica que los hombres de Juan Primo flexionaron más el codo que las mujeres, especialmente en situaciones desventajosas, como cuando el brazo está totalmente extendido y soporta resistencias o cargas pesadas. Para este yacimiento no se realizaron correlaciones debido al tamaño de la muestra que no permitía obtener resultados significativos.

Queda patente las distancias existentes entre las poblaciones de El Agujero y Juan Primo. Mientras las diferencias en el grado de robustez de los marcadores son apenas perceptibles entre los hombres y las mujeres de Juan Primo, en la serie de El Agujero estas desigualdades son evidentes.

Estos resultados dejan entrever que el sexo es un factor influyente en la aparición y desarrollo de los marcadores. No obstante, los contrastes entre ambas poblaciones concretan la forma en que influye este factor, pues más que hablarnos de cuestiones biológicas, estas particularidades se refieren a diferencias de género. En primer término, cabe destacar que las distancias existentes entre los hombres y las mujeres de El Agujero son mayores que las observadas entre los hombres y mujeres de Juan Primo. En este sentido, parece evidente que las diferencias de género fueron más acusadas en El Agujero que en Juan Primo.

Las desigualdades documentadas en el patrón de actividad de los hombres de ambos yacimientos, entre hombres y mujeres de El Agujero, y las similitudes encontradas en los hombres y mujeres de Juan Primo, permite plantear la existencia de grupos sociales diferentes en la prehistoria insular, y más concretamente, en los siglos finales de la ocupación prehispánica de Gáldar. Así, la división social del trabajo es indicadora, para los casos propuestos, de desigualdades en el papel que ambas poblaciones tuvieron en el organigrama productivo de la comarca de Gáldar, o al menos, en la región costera de esta vega. Efectivamente, son las relaciones sociales de producción las que explican las diferencias documentadas en los yacimientos de El Agujero y Juan Primo, y no solamente cuestiones de carácter sexual, espacial y/o cronológico. No obstante, definir las particularidades de los patrones de actividad documentados y el papel de ambas poblaciones en la organización del trabajo en su contexto local, comarcal o regional escapa con creces a nuestras posibilidades. Aún así, suponen una excelente línea de investigación a explotar en el futuro.

6. Conclusiones

En el presente trabajo se ha abordado el estudio de los marcadores óseos de actividad física en la población aborigen de Gáldar. Los objetivos que se propusieron al principio de este proyecto han sido completados satisfactoriamente.

El desarrollo de una metodología bioarqueológica que hasta hora no había sido utilizada para el estudio de la prehistoria de Gran Canaria probablemente fue el avance más

V

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 117

significativo de este trabajo. La confección de

un atlas visual y descriptivo para la determinación

del grado de robustez de los marcadores

músculo-esqueléticos es, y debe seguir siéndolo,

una herramienta fundamental en la consecución

de los objetivos propuestos. Así lo

demuestran, por ejemplo, las coherencias biomecánicas

registradas en el análisis de estas

expresiones, relaciones que informan directamente

sobre la ejecución de cadenas musculares

concretas, y no de simples casuísticas

biológicas. De esta forma podemos afirmar,

sin abandonar las debidas precauciones, que

la metodología de trabajo propuesta es capaz

de reconstruir los patrones de actividad en las

poblaciones arqueológicas. Su aplicación a

las colecciones osteológicas de las necrópolis

de El Agujero y Juan Primo ha resultado satisfactoria,

proporcionando nuevos datos acerca

del modo de vida de los antiguos canarios. Las

diferencias significativas registradas entre ambos

yacimientos y entre sexos plantean nuevas

vías de discusión acerca de la compleja

división social del trabajo en sus múltiples manifestaciones,

cuestiones fundamentales para

definir las relaciones sociales de producción

de esta sociedad.

La divergencia en el patrón de actividad

encontrada entre los yacimientos de El

Agujero y Juan Primo subraya la existencia de

dos poblaciones o, grupos de individuos dentro

de ellas, que efectuaron labores cotidianas

diferentes. Estas desigualdades fueron mayores

entre hombres que entre mujeres y describen

cadenas biomecánicas concretas que son

producto de una situación determinada en la

organización del trabajo. En esta misma línea,

el perfil biomecánico descrito para los hombres

de El Agujero refleja desigualdades evidentes

con respecto al global de la muestra,

tanto para los hombres de Juan Primo como

para las mujeres de ambas poblaciones, representando

un subgrupo social con un patrón

de actividad diferente al resto. En cualquier

caso, vale la pena destacar que en ambos

yacimientos se ha documentado una alta prevalencia

de exostosis del canal auditivo, anomalía

ósea relacionada en Gran Canaria con

la explotación del medio marino y, que indica,

grosso modo, que estas poblaciones participaron

de igual forma en parte de las actividades

productivas descritas para los asentamientos

costeros (DUTOUR y ONRUBIA, 1991; VELASCO

et al., 2001; ALAMÓN, 2008).

La pregunta fundamental que surge

con estos nuevos datos es saber en qué se

basa la desigualdad en los patrones de actividad

de ambas poblaciones y, en qué medida,

es resultado del tipo de organización del trabajo

existente entre los siglos XI-XV en la comarca

de Gáldar. Profundizar en esta cuestión resulta

sumamente complejo debido, entre otros

aspectos, al escaso conocimiento que tenemos

sobre los contextos domésticos con los

que se asocian estos espacios funerarios, así

como su papel en la organización del proceso

productivo global en cualquiera de sus escalas

(local, comarcal, insular).

En el análisis de marcadores de actividad

observables en cada uno de los sexos

las diferencias fueron mayores en la muestra

de El Agujero. En cambio, para la población de

Juan Primo no se determinaron asimetrías evidentes

entre hombres y mujeres. Estos datos

apuntan a una mayor división sexual del trabajo

entre las gentes procedentes de El Agujero,

que a diferencia de Juan Primo, define

un perfil que se acerca más a las descripciones

contenidas en las fuentes etnohistóricas,

donde se recoge la existencia de diferencias

sexuales en el trabajo. Para explicar las circunstancias

descritas, no puede pasarse por

alto el desigual comportamiento paleodemográfico

de las necrópolis, las cuales revelan

contrastes significativos que bien pudieran

indicar las diferencias sociales existentes entre

ambas poblaciones. La distribución sexual

documentada en el yacimiento de El Agujero

se compone de un 70% de hombres y un

30% de mujeres, mientras que en Juan Primo

esta distribución es de un 45% de hombres

y un 55% de mujeres27 . Este segundo caso

corresponde al patrón paleodemográfico más

extendido, propio de una población “natural”,

con cierta equidad entre sexos. Por el contrario,

la situación descrita para el yacimiento

de El Agujero difiere considerablemente del

modelo presente en Juan Primo. Este comportamiento

particular viene a sustentar, por

lo menos a priori, el carácter diferencial de

la población seleccionada para integrarse en

el espacio cementerial de El Agujero, donde

los hombres gozan de un estatus preferencial

con respecto las mujeres. Esta particularidad

también se observa en aquellos casos en que

ha sido posible reconstruir la organización del

espacio sepulcral, como así ha sucedido en

los túmulos 3 y 5, para los que se ha identificado

la distribución de las inhumaciones en

el interior de estos espacios28. En ambos, los

individuos que ocupaban los lugares centrales

eran hombres que estaban acompañados a su

vez de otros hombres o mujeres depositados

en el anillo concéntrico exterior que terminaba

de conformar los túmulos. Este comportamiento

social viene a poner de relieve que el

género, entre otras cuestiones, debió de ser

un elemento fundamental a la hora de regular

la inhumación en la necrópolis de El Agujero.

En conjunto, estos nuevos datos suISSN

1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 118 brayan la complejidad que parece definir al concepto de género en la población prehispánica de Gáldar. Concretamente, las disimetrías y similitudes documentadas entre sexos para el conjunto de la muestra apuntan a la existencia de un sistema de género sustentado en desigualdades sociales que se materializan en la organización del trabajo. Es necesario puntualizar que estas diferencias sexuales no son producto de una determinada división social del trabajo, sino que son las relaciones sociales las que concretan en qué forma se distribuye el trabajo. En este sentido, es el género un conjunto de contenidos, o de significados, que cada sociedad atribuye a las diferencias sexuales y son algo adquirido y no innato; son fruto de la articulación específica entre maneras de representar las diferencias entre los sexos y asignar a estas diferencias un estatuto social (COMAS, 1995: 39-40). Los datos obtenidos en este trabajo sugieren un sistema de género basado en grupos sociales donde la población de El Agujero representaría uno de ellos y la de Juan Primo otro. En el primer caso, la relación de género tiene una repercusión visible en la división sexual del trabajo, con patrones de actividad claramente diferentes. No obstante, para el segundo caso la relación de género no tiene consecuencias evidentes en el perfil biomecánico, representando un grupo bastante homogéneo. Desde esta perspectiva es plausible defender un sistema de género basado en la presencia de grupos sociales que actúan de diferente forma en la organización del proceso productivo, al menos, desde su papel como fuerzas productivas y, donde el género, como construcción social, adquiere una representación singular para cada grupo.

No obstante, son varios los problemas metodológicos y conceptuales que las cuestiones abordadas hasta el momento han puesto de manifiesto. En primer lugar, los resultados obtenidos derivan de una muestra muy limitada de los contextos antropológicos aborígenes. Es imprescindible aumentar el número de series esqueléticas analizadas bajo estos procedimientos, intentando además, que sean reflejo de la variabilidad espacio-temporal del poblamiento insular. En segundo lugar, los datos aportados plantean nuevos interrogantes sobre las categorías conceptuales planteadas en la prehistoria de Gran Canaria. En este sentido, las diferencias observadas en los patrones de actividad de ambos yacimientos ponen de relieve una organización del proceso productivo sumamente compleja, donde el género o el contexto crono-espacial no son suficientes para una explicación global y satisfactoria de esta realidad. Estas desigualdades apuntan a la existencia de diferentes grupos sociales que conviven y conforman una misma entidad histórica que se concreta en un modo de producción propio, o lo que es lo mismo, en una determinada manera de convivir y reproducirse socialmente.

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Notas

1 Este artículo es resultado del proyecto de investigación HUM2006- La explotación de los recursos abióticos en la

isla de Gran Canaria. La reconstrucción de las relaciones sociales de producción en época preeuropea y colonial,

y HAR2010. Las relaciones sociales de producción en la isla de Gran Canaria en época preeuropea y colonial.

Análisis de los procesos de trabajo.

2 En este trabajo entendemos “relaciones sociales de producción” como “las relaciones entre los hombres, cualesquiera

que sean en concreto, que asumen una, otra o las tres funciones siguientes: determinar la forma social de

acceso a los recursos y al control de las condiciones de la producción; organizar el desenvolvimiento del proceso de

trabajo y distribuir a los miembros de la sociedad en ese proceso; y determinar la forma social de la circulación y la

redistribución de los productos del trabajo individual y colectivo” (Godelier, 1989: 39).

3 Las noticias recogidas en las fuentes etnohistóricas certifican, al menos para los momentos epigonales de la

formación social de los canarios, la existencia de una sociedad estratificada con especialistas dedicados a tareas

concretas (Morales Padrón, 2008; Abreu Galindo, 1977; etc.).

4 Cabe destacar las aportaciones realizadas por Olivier Dutour y Jorge Onrubia (1991) para el yacimiento de El

Agujero, y Javier Velasco y colaboradores (2001) para el conjunto de la isla en el estudio de las exostosis del canal

auditivo, anomalía ósea vinculada al contacto reiterado con el medio marino y, que estos autores, vinculan a la

explotación de los recursos marinos. La distribución espacial de esta anomalía no deja duda acerca de su etiología,

pues los porcentajes de prevalencia en contextos costeros es muy alta, mientras que en el interior es prácticamente

nula.

5 No obstante, este poblado siguió siendo habitado por las mismas gentes y por los nuevos colonos, conservando

las casas y cuevas como lugares de habitación hasta bien entrado el siglo XVIII. Incluso, en la actualidad parte de

estas construcciones siguen siendo utilizadas para distintas actividades (Onrubia, 2003).

6 Esta etapa ha sido definida arqueológicamente en el yacimiento de la Cueva Pintada (Onrubia, 2003).

7 Sigma de calibración: 95 % de probabilidad.

8 Ídem.

9 Esta tarea no hubiese podido realizarse sin la ayuda y dedicación del personal del Museo Canario. Desde aquí

nuestra mayor gratitud por facilitarnos el trabajo y apoyarnos desde el principio en esta tarea.

10 Quisiéramos agradecer a Tibicena S.L. y a todo su equipo la excelente predisposición para colaborar en este

proyecto, permitiéndonos participar en los trabajos arqueológicos de esta necrópolis y el acceso a los materiales

osteológicos. Asimismo, expresar nuestra gratitud por el cotidiano aliento con que nos apoyan en cada unos de

nuestros proyectos vitales.

11 En la fosa 2 se puede constatar una inversión de trabajo mayor que en el resto de sepulturas. Se trata de un

depósito reutilizado con la nueva inhumación primaria de un individuo juvenil que no llega a ocupar toda la fosa. En

contraste, otras sepulturas se adaptan a duras penas a la fisionomía de los cadáveres (Mendoza et al., 2008).

12 Sigma de calibración: 95 % de probabilidad.

13 Ídem.

14 La serie esquelética del Agujero es mucho más numerosa que la de Juan Primo. No obstante, mediante análisis

estadísticos la población de Juan Primo puede ser significativa.

15 Sin embargo, llama la atención que sea El Agujero el cementerio que acoja un mayor porcentaje de individuos

en el rango de edad de 17-25. Entre las razones esgrimidas para explicar la alta mortalidad en la población menor

de 35 años están las muertes de mujeres jóvenes relacionadas con el embarazo y el parto (Lewis, 2007). Resulta

entonces significativo que en el yacimiento del Agujero, cuyo porcentaje de mujeres es menor, el umbral de edad de

muerte mayoritario sea 17-25.

16 Durante las labores de signado de la serie esquelética de El Agujero que el personal del Museo Canario llevo a

cabo durante la realización de nuestro estudio se encontró un fémur perteneciente a un individuo infantil junto a un

esqueleto adulto. En cualquier caso, la presencia de este elemento es puramente testimonial e impide hacer valoraciones

más allá de su mera descripción.

17 Una de las novedades de este trabajo es que parte de las nuevas aportaciones realizadas por Mike Benjamin y su

equipo en el terreno de la Anatomía Funcional, las cuales, han sido sumamente importantes para comprender las

transformaciones que se producen en las entesis (Benjamin y Hillen, 2003).

18 Las entesis en el hueso son los lugares donde se insertan músculo, tendones y ligamentos.

19 Algunos autores han defendido un método de cuantificación basado en el criterio de ausente/presente (Oumanoui

et al., 2004). Sin embargo, este método solo es válido para la observación de las entesopatías. Los lugares de

inserción siempre están presentes salvo problemas congénitos. La entesis es una unidad estructural con morfología

propia. Puede existir y tener una morfología definida a pesar de no haber la mínima hipertrofia.

20 Se trata ante todo, de obtener un método de cuantificación lo más concreto posible, que si bien no sea objetivo del

todo, si sea objetivable.

ISSN 1133-598X · Vegueta·11/09-10 · página 120 21 A este respecto, y concretamente refiriéndose a los atlas visuales y descriptivos de marcadores músculo-esqueléticos ver Mariotti, 2007.

22 Como por ejemplo, las diferencias existentes entre las entesis que se unen con tendón con las que lo hacen por fibras carnosas.

23 Se indica su acrónimo, pues será necesario para guiarse en las tablas de información.

24 Se ha utilizado el test de Pearson para determinar las correlaciones entre los marcadores.

25 Como los otros marcadores de la rotación del hombro no correlacionan con el coracobraquial y el dorsal ancho, nos decantamos porque la relacionan entre ellos y el subaescapular se debe a la aducción.

26 La muestra de la serie de Juan Primo no es significativa para analizar las correlaciones existentes entre los marcadores.

27 Hay que tener en cuenta que la serie de El Agujero es mucho más numerosa que la de Juan Primo y, que en todo caso, las apreciaciones que aquí hacemos son extensibles únicamente al ámbito de la muestra estudiada.

28 Esta reconstrucción se llevó a cabo a través del estudio de las signaturas y otras referencias de los años 30 y 40 que tenían los restos esqueléticos conservados en El Museo Canario. En los túmulos pequeños sus individuos tenían una signatura con una letra que los identificaba en el conjunto del túmulo. En el caso del nº 3, existía un individuo con la letra A, que en algunos huesos estaba acompañada de la palabra centro. De esta forma estudiamos las signaturas de todos los individuos pertenecientes a los túmulo pequeños, pudiendo encontrar otro hueso con la palabra centro en el individuo A del túmulo nº5.

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