Sarmiento Pérez, Marcos,

La expedición científica de Ernst Haeckel a Lanzarote

(1866-1867). Las Canarias en la Teoría de la Evolución,

Encasa, Málaga, 2011, 178 pp. ISBN:978-84-95674-83-8.

Manuel Ramírez Sánchez

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

mramirez@dch.ulpgc.es

Las Islas Canarias han sido objeto de

estudio por numerosos científicos que, llamados

por el conocimiento de las peculiaridades

físicas de su relieve, así como por el estudio

de sus especies animales y de su flora, han

recalado en ellas para realizar breves estancias

de estudio que, una vez publicadas, han

permitido incorporar el conocimiento adquirido

en estas islas a la literatura científica. De entre

estos viajeros, los científicos alemanes han

sido los menos conocidos (con la salvedad

del prusiano Alexander von Humboldt) y, desde

hace años, los mejor estudiados, en gran

parte gracias a varias publicaciones debidas

al infatigable trabajo del investigador Marcos

Sarmiento, autor de una indispensable monografía

titulada Las Islas Canarias en los textos

alemanes (1494-1865), que reseñamos en el

número nueve de esta misma revista. Su último

libro, que nos ocupa aquí, es un estudio

pormenorizado de la estancia en Canarias del

zoólogo alemán Ernst Heinrich Haeckel, uno

de los científicos alemanes más brillantes del

siglo xix, conocido por el gran público por su

contribución al desarrollo científico de la Ecología

que fue, sobre todo, un darwinista convencido.

Las investigaciones de Haeckel en

Canarias se centraron en una estancia en la

isla de Lanzarote, realizada entre 1866 y 1867,

acompañado de su colega Richard Greeff y de

los estudiantes Nikolai Nikolajewitsch Mikkloucho-

Maclay y Hermann Fol, de origen ruso y

suizo, respectivamente.

El libro está estructurado en cinco capítulos,

a los que hay que añadir el obligado

apartado introductorio y las conclusiones. El

primer capítulo enmarca la obra en el contexto

científico y académico que propició la expedición

de los zoólogos a Lanzarote. En él, Marcos

Sarmiento desgrana, con el detalle y la

erudición que caracterizan sus publicaciones,

cómo era el ambiente en el que y desarrolló su

actividad científica Ernst Haeckel, sus clases

en la Universidad de Jena y, sobre todo, las

circunstancias que desencadenaron la expedición,

a esa parte del Atlántico que, pese a

Vegueta. Número 12. Año 2012

Anuario de la Facultad de Geografía e Historia

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

ISSN 1133-598X. Páginas 87 a 89

ISSN 1133-598X · Vegueta·12/2012 · página 88 su cercanía, era aún terra incognita en cuanto

a rizópodos e hidromedusas. Como bien

destaca el autor, citando al propio Haeckel,

fueron los primeros zoólogos que se establecieron

durante un tiempo tan prolongado en la

capital de una isla que, por aquellos tiempos,

debió causar a él y sus colegas un profundo

contraste con lo que hasta entonces conocían.

De igual manera que, unos años antes,

otros viajeros como Philipp Parker-Webb o

Sabin Berthelot, cuyas estancias en Lanzarote

fueron mucho más breves, también se

sintieron atraídos por Lanzarote y el estudio

de sus especies zoológicas. Como Webb y

Berthelot vaticinaron, el extraordinario potencial

que encerraba el estudio de los animales

marinos inferiores hacía previsible que éstos

fuesen objeto de un estudio más detenido por

expertos en la materia. Y así fue como Haeckel,

que había estudiado la fauna marina del

Mediterráneo y la del Mar Norte, a través de

varias estancias de investigación en el Golfo

de Mesina y en la isla alemana de Helgoland,

se animó a estudiar con atención las especies

del Atlántico, con el fin de ampliar las tesis que

había esgrimido en su obra Morfología general,

publicada en dos tomos en Berlín en 1866.

El segundo capítulo de la obra está

dedicado al estudio biográfico de Ernst Haeckel,

Richard Greeff, Nikolai Nikolajewitsch

Mikkloucho-Maclay y Hermann Fol. En total

son veinte páginas repletas de datos y referencias

que hacen de este capítulo un interesante

excursus de la historia de la ciencia centroeuropea.

Las casi ciento cincuenta notas que

constituyen el aparato crítico de este capítulo

son una buena prueba de la ingente cantidad

de documentación de archivo y bibliográfica

consultada por el autor para redactar este capítulo,

indispensable para documentar su monografía.

Una obra que permite situar en su

contexto historiográfico la labor investigadora

del catedrático de Jena y sus colaboradores,

que situaron a Lanzarote en el mapa de los

estudios científicos más modernos de la Zoología

del momento. Como el autor destaca,

Haeckel desempeñó una puntera actividad

investigadora que hizo de la Universidad de

Jena el centro del darwinismo, al menos durante

los casi cincuenta años en los que desarrolló

su actividad docente e investigadora en

aquella Universidad.

El capítulo central del libro está dedicado

a los detalles del viaje y estancia en

Arrecife, que por aquellos años no sobrepasaba

los tres mil habitantes, lo que hizo del tiempo

de permanencia de los quatro Naturalistas

alemanos todo un acontecimiento para los

lugareños. La principal fuente de información

para reconstruir el día a día de la estancia en

Lanzarote, que se extendió entre noviembre

de 1866 y febrero de 1867, son los relatos del

propio Haeckel, pero Sarmiento ha sabido cotejar

la información a través de la minuciosa

consulta de las referencias de otros viajeros,

así como de diversos estudios históricos sobre

el Lanzarote decimonónico. El resultado final

es una amena exposición de los avatares de

aquella estancia que se saldaron con el regreso

de los científicos a Alemania, cargados con

varios centenares de kilogramos de materiales

y, sobre todo, con más de un centenar de frascos

de vidrio con los animales recolectados en

las costas de Arrecife.

Sin lugar a dudas, el capítulo más extenso

de la obra, es el dedicado al análisis de

los resultados de las investigaciones de Haeckel

y sus tres colegas en Lanzarote. A través

de la lectura de esta parte de la obra, plagada

de los nombres científicos de los animales marinos

inferiores estudiados, podemos imaginar

el gran esfuerzo realizado por Marcos Sarmiento

para traducir la amplísima obra científica

de los alemanes, metiéndose literalmente

en la piel de un zoólogo para poder asimilar

una cantidad de información que haría claudicar

a cualquier investigador con menos capacidad

y, sobre todo, con menos paciencia. El

resultado final del trabajo, sin duda, hará las

delicias del lector interesado en estos temas,

que podrá disfrutar, además, de las magníficas

reproducciones de las láminas originales

que aparecen distribuidas a lo largo del capítulo.

Y es que uno de los aspectos más

destacables de esta obra es que está muy

bien editada, a la altura de la calidad de su

contenido científico. El libro, publicado en un

formato que permite disfrutar de su excelente

aparato gráfico, a través de varias decenas de

láminas en blanco y negro y a todo color, es un

ejemplo de la simbiosis perfecta entre investigación

científica y buena praxis editorial que,

por desgracia, no es tan frecuente en tiempos

como los actuales, en los que suelen abundar

ediciones que perjudican más que benefician

a los autores que se animan a publicar

alguna monografía. En el caso concreto que

nos ocupa, las láminas pintadas por el propio

Haeckel lucen con todo su detalle y, en el caso

de las reproducidas a todo color, sirven para

comprobar cuán importante era para los zoólogos

de aquella época contar con un artista

que supiese reflejar sobre el papel la riqueza

de aquellos organismos vivos. Sin embargo,

en el caso concreto de Ernst Haeckel no fue

necesario contar con la ayuda de un dibujante,

ya que el artista estaba dentro del padre de la

moderna ciencia ecológica. El apéndice de láminas

situado al final de la obra, entre las que

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se incluye una acuarela de Haeckel con una

vista hasta ahora desconocida del Arrecife de

la época, constituyen el mejor colofón de esta

obra.

Como sabemos, diez años más tarde

de la estancia en Lanzarote de Ernst Haeckel

y Richard Greeff, acompañados de sus jóvenes

discípulos, la obra de Darwin se divulgó

en España como consecuencia del cambio

político experimentado durante la Restauración.

Por aquellos años una recién creada

Institución libre de Enseñanza incorporaba

las teorías evolucionistas de Darwin en los

libros de texto, hasta entonces, ajenos a estas

novedades científicas. Pocos españoles

sabían que, unos años antes, algunas especies

estudiadas en las costas de Arrecife por

Haeckel, como el Myxobrachia de Lanzarote,

la Guancha blanca o el Talasssema baronii,

ya formaban parte de los estudios zoológicos

más importantes de la época. No podía haber

encontrado Marcos Sarmiento un homenaje

más acertado a los estudios evolucionistas de

Darwin, cuyo segundo centenario de su nacimiento

celebramos en 2008. A través de la

publicación de este trabajo, que recupera para

la ciencia contemporánea el legado de unos

zoólogos alemanes que introdujeron a Darwin

en España, podemos conocer mejor cómo las

Islas Canarias aportaron a los estudiosos lo

mejor de su ignota naturaleza para apuntalar

las teorías evolucionistas.